miércoles, 20 de mayo de 2015

UN GRAVE ERROR

A pesar de la complejidad de la vida, de sus eternas preguntas sin respuestas, y a pesar de que dedicamos mucho tiempo de aquella al aprendizaje de vivir, o quizás, de sobrevivir, en función de la capacidad de resistencia de cada cual, lo cierto es que nadie nos conoce mejor que uno mismo... Y, por extensión, uno quiere verse como es en los demás; quizás por eso muchas veces rechazamos al otro, incapaces de aceptar el hecho de que sea tan distinto a nosotros y que nos llegue hasta doler, rompiendo así el juego de aceptarnos saliendo de dudas todos; algo así como queriendo que los demás sean como nosotros para así, al menos, consensuar con nosotros mismos que somos buenas personas, cuando sólo es un síntoma y una aseveración de las dudas que tenemos sobre la bondad de nuestra forma de ser; y es que, en el fondo, todos estamos llenos de grandes desconciertos y dudas, aunque aparentemos lo contrario muchas veces y con fruición...

Hago esta reflexión al calor de una serie de recuerdos y cosas y casos que he vivido y sobre los que llevo varios días dándoles vueltas... Y así, siempre me ha parecido un prodigio que las personas que me amaron y amé fueran tan distintas a mi, aceptándonos distintos, y sin más intentos por cambiarnos. Y digo prodigio porque abunda y mucho que se intente que los demás sean como nosotros somos, una forma, repito, de afianzar nuestra propia debilidad.

Claro que, del mismo modo también se puede caer en la desidia, en aceptar tanto a la otra persona como es que se pierda el interés por indagar en sus formas y sea interpretado como desprecio, pasando lo que era un prodigio a ser una enorme tragedia...

A veces, pocas veces, he sentido ambas cosas; el prodigio de personas tan distintas a mi que hayan llegado hasta el amor, y el desprecio de otras por saberse receptora de incierta desidia, pues nunca existió...
Hace ya un tiempo me sucedió algo parecido a esto último. Y después de tanto tiempo concluí que lo que en principio creyó desidia (que nunca existió por mi parte) se fue convirtiendo en desamor por su parte...
Aunque lo que sí siento ahora es no haberme dado cuenta entonces y haber puesto más interés en sus asuntos y haberle hecho saber que nunca fue desidia sino respeto y admiración...

Sí, creo que no estuve certero al no valorar en su elevado nivel la grandeza de su altura...
Nunca he sentido tanto un error mío


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