Y me fui a Benagalbón; a pasar el día con Miguel Gómez; a comer ajoblanco con sandía, fideuá, pescaíto... Y pasamos por el vivero, donde una enorme tortuga nos sorprendió con su lenta andadura. Y nos conjuramos en disfrutar de lo único que de verdad poseemos: la vida... Sin tragedias; sólo las necesarias, las que vienen directas; y sin amarguras: es la vida. Y sin miedos a la muerte: vivir es regresar a la nada que siempre fuimos. Allí, donde todo empezó sin saber qué era...
Lo misterioso es que cuando al fin ya sabemos cómo es esto de vivir, de repente, nos llaman a la nada... Pero no pasa nada, porque eso es lo que siempre tenemos presente: que la vida es todo, pero que también es nada...
Mientras tanto, vivir en paz, en libertad y disfrutando de los días que nos quedan; los que ya llevamos dentro y los que los dioses nos ofrezcan de más...
Y llegó la hora del regreso, nos dimos abrazos y besos; nos deseamos suerte y nos emplazamos a un nuevo encuentro. Uno de sus perros me miró con cierta tristeza y melancolía... Y creí que me hablaba (sólo le faltó eso); y creí que me decía que no me marchara, que él también sabía que todo al final será la nada...
Lo misterioso es que cuando al fin ya sabemos cómo es esto de vivir, de repente, nos llaman a la nada... Pero no pasa nada, porque eso es lo que siempre tenemos presente: que la vida es todo, pero que también es nada...
Mientras tanto, vivir en paz, en libertad y disfrutando de los días que nos quedan; los que ya llevamos dentro y los que los dioses nos ofrezcan de más...
Y llegó la hora del regreso, nos dimos abrazos y besos; nos deseamos suerte y nos emplazamos a un nuevo encuentro. Uno de sus perros me miró con cierta tristeza y melancolía... Y creí que me hablaba (sólo le faltó eso); y creí que me decía que no me marchara, que él también sabía que todo al final será la nada...
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