lunes, 12 de enero de 2015

UNA COMPLICIDAD PARECIDA A LA HERMOSURA...

Esta tarde, después de comer, bajé al mar, al más cercano, al de enfrente; y mientras un gin-tonic me aliviaba de un cierto malestar de los adentros, escribí esto...

NUNCA alcanzo a entender el por qué de muchas cosas; a veces, insisto, pero las más dejo de insistir en mi búsqueda; quizás porque, como me explicaban mis amigos los físicos y otros del mundo de las ciencias, la especie humana está muy limitada para comprender muchas de las cosas del mundo.
Muchos son los que, en este desconsuelo, buscan razones fuera de ellos mismos; otros, ante tanta desolación, renunciamos y sólo buscamos consuelo, solidaridad, comprensión, y si acaso, algo de ternura entre los que consideramos de los nuestros...
En cambio, muchos otros, desde posiciones insolentes por invariables siempre, posiciones que creen sólidas y que sólo son producto de la fanfarronería, y que, además, sólo están sostenidas por una profunda ignorancia y una muy exagerada vanidad, no hacen sino demostrar constantemente cuán lejos están emocionalmente de lo que aspiro y admiro como hombre libre, como ciudadano portador de derechos, entre ellos el sagrado de la libertad, y como ser humano que aspira a sublimar su existencia...
Y cuando llego a constatar esta realidad que se repite demasiado y casi constantemente, me aíslo, me refugio, me oculto, me voy al mar; al más cercano; al de enfrente, al que siempre me está esperando y que cuando regreso a casa, muchas tardes, cansado ya de día, me hace una señal de complicidad parecida a la hermosura...


Foto: Playa La Luna. Calahonda. Mijas Costa. 11 de enero de 2015: al atardecer.


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