domingo, 21 de diciembre de 2014

MI VIDA

Yo he tenido algunas mujeres maravillosas en mi vida, a las que amé y me amaron. Serán pocas para los promiscuos en exceso (yo fui monógamo variable; a veces no tan monógamo, aunque sólo coyunturalmente y sin poso); o quizás fueron muchas mujeres para los que apenas dos o tres en su vida... Por supuesto, que hubo, hay (cuando se ama de verdad se ama para siempre) una que ocupó y ocupa la más alta cima, la más elevada cumbre... Pero con todas acabé llevándome fenomenalmente bien al ser ya parte fundamental de mi vida...
Del mismo modo, con todas mantengo o mantuve (a algunas les he perdido la pista y el contacto) una excelente relación, "comm'il faut" entre adultos y personas afectivas: a fin de cuentas aquellas historias forman partes inevitables de nuestras vidas y, como tales, no tienen remedio alguno.


Pero, quizás por aquello de que la excepción remata y confirma la regla, hubo una de aquellas mujeres de mi vida que después -y desde entonces- me negó con cierto desdén; quizás ignore que negándome se niega a si misma, renegando de su pasado; cosa tan cruel como imposible: la vida nunca regresa y hay que asumirla como viene y se va...

Evidentemente, más allá de lo que considero su error, me produce una cierta melancolía, pues no alcanzo a entender aquella actitud, tan poco gratificante para ambos...


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