lunes, 1 de diciembre de 2014

AYER, 30 DE NOVIEMBRE, HIZO 79 AÑOS DE LA MUERTE DE PESSOA.

No dormí bien; me temo que estuve velando los últimos momentos de su vida, como aquellos amigos de Tabucchi que estuvieron los tres últimos días a su lado... Quizás me esté ocurriendo con Pessoa como a Don Quijote con los caballeros medievales... Claro que mis hazañas son más livianas y más placenteras: no salgo nunca de la ciudad que amo, de la ciudad que persigo, de la ciudad que sueño: Lisboa es siempre el destino...
Y así, a diario, me encuentro con Pessoa por La Baixa; y nos vamos a comer a una de esas casas de comidas donde tanto gustaba; o en Martinho da Arcada, donde el café brasileiro y los pasteis de nata exquisitos; o en El Chiado, en A Brasileira, donde le espera Mario de Sá-Carneiro para decirle que marcha a París, un París del que no regresará con vida.... O subiendo a Sintra en un Chevrolet descapotable...

Y me dice siempre:

"La espantosa realidad de las cosas
es mi diario descubrimiento.
Cada cosa es lo que es,
y es difícil explicarle a nadie cómo me alegra esto,
y cuánto me basta.

Basta existir para sentirse completo."

Hoy, ha muerto; hace ya 79 años; pero he estado velando sus últimos momentos para que nunca estuviese solo, eso que tanto supo qué significa y es:

"Si te resulta imposible vivir solo, es que naciste esclavo", me dijo ya casi sin voz...

No sufrió; estábamos con él los amigos de Pessoa (Los tres últimos días de Fernando Pessoa. A.Tabucchi) y yo...
Y nos susurró, antes de apagar la vida:

"Cuando vuelva a venir la Primavera,
quizá ya no me encuentre en el mundo."

Sí, ayer hizo 79 años de la muerte del más grande poeta de la Iberia.
Y lo hemos conmemorado con su lectura...
Fernando Pessoa fue un enorme fingidor:

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.

F. PESSOA






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