Todo ha sido un enorme disparate y sigue siéndolo...
Es verdad que el PP no debió recurrir al Constitucional tras aprobarse el Estatut en el Congreso de los Diputados y ser refrendado por la ciudadanía catalana. Como también es verdad que ZP se equivocó con aquello de que aprobaría el Estatut que aprobara el Parlament a propuesta del famoso tripartito de Maragall...
Es verdad que el PP no debió recurrir al Constitucional tras aprobarse el Estatut en el Congreso de los Diputados y ser refrendado por la ciudadanía catalana. Como también es verdad que ZP se equivocó con aquello de que aprobaría el Estatut que aprobara el Parlament a propuesta del famoso tripartito de Maragall...
Pero siendo todo eso verdad y elementos que han contribuido sobremanera a envalentonar y a radicalizar a los secesionistas catalanes, radicalización que se incrementa al destaparse los casos de corrupción en la órbita del nacionalismo catalán, lo más grave de todo es lo sucedido la pasada semana en Cataluña: ha habido un intento de acabar con la legalidad que desde 1977 nos hemos dado los españoles. Sí, más allá del fin perseguido, fin que necesita de reformas legales y de consensos, lo sucedido en el Parlament la pasada semana es un delito que muchos han tildado de golpe de estado.
Por eso, por la gravedad de la situación, no valen ya quejas de quién o quiénes han sido los culpables de esta situación; es la hora del Estado de Derecho y debernos congratularnos todos de que las decisiones que está tomando aquel Estado de Derecho, a través de todas sus instituciones, son las correctas. Y congratularnos también de que, al fin, el PSOE se haya puesto las pilas y se haya posicionado con claridad ante las veleidades fascistas de unos dirigentes políticos catalanes que han perdido el juicio y la razón.
Sólo falta que el PSC rompa los acuerdos que mantiene con el grupo político de Colau en el ayuntamiento de Barcelona: no es de recibo el doble juego de esta señora que ya ha declarado su afinidad a la doble inmoralidad de los dirigentes de Podemos, que con este circo golpista se han terminado de retratar: nunca fueron trigo limpio, pero ya no hay dudas de quiénes son.
Sólo falta que el PSC rompa los acuerdos que mantiene con el grupo político de Colau en el ayuntamiento de Barcelona: no es de recibo el doble juego de esta señora que ya ha declarado su afinidad a la doble inmoralidad de los dirigentes de Podemos, que con este circo golpista se han terminado de retratar: nunca fueron trigo limpio, pero ya no hay dudas de quiénes son.
Un vez más lo decimos: lo primero es la ley democrática que sustenta el Estado de Derecho; después todo lo demás.
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