jueves, 28 de septiembre de 2017

CONFESIÓN DE UNA DERROTA

Hubo un tiempo, en un país, que soñábamos con la libertad y la democracia...
Recuerdo aquel viaje que hice a Francia con 18 años y aquellos descubrimientos de otros mundos que aprendimos a amar en sus canciones y sus poetas...
Y hubo poetas y cantautores españoles que nos hablaban de la vida, de la belleza, del mar y de la libertad...
Y yo les creí...
Uno de aquellos poetas fue Miquel Martí i Pol, del que leí unos versos que me han acompañado siempre:
"...Y envejeceremos deprisa,
porque nada cansa tanto como lograr
en un solo año todo lo que anhelábamos."
Sí, eran años de tantas novedades y prisas, de tanta información a borbotones, que llegamos a un cierto empacho, cuando aquellos años del desencanto tras los primeros descubrimientos de la condición humana y sus miserias...
Hoy, ahora que ya no tenemos remedio, el desencanto de entonces adquiere un escalafón demasiado elevado; por melancólico y cruel: saber que aquel cantautor que tanto perseguí y tanto oí, de manera cómplice, tanto hasta llegar a cenar con él una noche inolvidable en Málaga, aquel Lluis Llach que cantó a Miquel Martí i Pol como nadie lo hizo nunca, aquel que nos hablaba del mar, de la vida y de la libertad, sea hoy uno de los aliados de los del 3% de la Cataluña que tanto amé y tanto me ha decepcionado; llegar a vivir y saber de esto, reconozco que sí, que me ha hecho demasiado daño: porque ha profundizado aún más mi eterno escepticismo en formas de derrota...




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