lunes, 11 de septiembre de 2017

EL MUNDO DE LA ESPAÑA DE HOY (I)

Señalaré varios asuntos que iré desarrollando en posteriores post:
1. Es notorio un elevado desclasamiento en gran parte de la sociedad española de hoy, donde las clases medias conforman la amplísima mayoría de nuestra sociedad.  Y así, en tan sólo una generación -si acaso, en dos-, tanto en nivel cultural como en bienestar y acomodamiento, por ejemplo, en España ha habido un cambio descomunal. Basta ver cómo muchos españoles hoy son altos ejecutivos de empresas multinacionales radicadas por todo el mundo, mientras sus abuelos fueron analfabetos (o casi) en los años 50 de aquella España de entonces, empresas multinacionales que, muchas de ellas fueron antes empresas familiares localizadas en Barcelona o Valencia o Madrid, siendo más tarde absorbidas por aquellas multinacionales durante los últimos años del pasado siglo y comienzos de este. Y estos nietos de aquellos abuelos hoy hablan dos o tres idiomas, son ingenieros -o economistas- y trabajan como ejecutivos en empresas multinacionales por medio mundo. 

2. La empresa familiar ha desaparecido, siendo lo habitual pequeños o medianos negocios de empresarios autónomos, es decir, trabajadores por cuenta propia, y, a lo sumo, con algunos empleados por cuenta ajena, formando los trabajadores por cuenta propia (autónomos) o por cuenta ajena (asalariados) las amplias capas de clases medias más o menos acomodadas, clases medias que son las que sostienen y mantienen al Estado.

3. La lucha de clases, tal como la concebimos, ya no existe; como los sindicatos ya no son lo que eran y pretendían; como he señalado, hoy las clases medias son el sustento del Estado, y con las que conviven unas capas sociales marginales minoritarias a las que pretenden liderar grupúsculos antisistema, marginales también; y por el otro lado, se convive también con una minoría muy rica y alejada, casi siempre, de la vida cotidiana, más allá de altos ejecutivos a las órdenes de los nuevos dueños del capital y desclasados como he señalado.

4. Los fondos de inversión, cuyos propietarios son anónimos y plurales, son los nuevos capitalistas, siendo el capital de los fondos de inversión, aquellos fondos que compran y venden empresas, propiedad de los ahorradores de todo el mundo, sean pequeños o grandes aquellos ahorradores; y así, el ahorro mundial no tiene fronteras y compra y vende acciones de empresas conforme la rentabilidad prevista por los administradores a sueldo de aquellos fondos de inversión.

5. En consecuencia, ya no hay palacios de invierno que asaltar: el capital es el ahorro de todos y habita como en una nube parecida a las nubes donde los archivos guardados de las redes informáticas…

6. Por último, los Estados-Nación del presente ya no tienen la capacidad operativa de los Estados-Nación del pasado: ni tienen ya las competencias que tenían (han sido transferidas a entes supranacionales) ni tienen tampoco ya la eficacia de contraponer su poder ante la correlación de fuerzas de los distintos sectores sociales del mundo sin fronteras de la economía y las finanzas mundiales, liderados aquellos estados naciones, repito, por amplias capas de clases medias más o menos acomodadas -y reaccionarias en ese porcentaje de acomodo, por tanto- en el espacio occidental que domina el mundo de hoy, y por los fondos de inversión que administran el ahorro mundial sin fronteras…

En conclusión, mientras este análisis de una realidad que ha cambiado desde la caída del muro de Berlín y tras la consolidación de la solidaridad fiscal que ha creado un entramado de clases medias nunca antes tan acomodadas y acomodaticias, y con acceso a tantos servicios sociales nunca antes tampoco disfrutados, mientras esta realidad, repito, no esté presente en la mesa de los análisis de la izquierda y de los analistas progresistas, las derechas democráticas (más realistas en tanto más interesadas en sostener aquella realidad que no quieren cambiar) seguirán teniendo el apoyo mayoritario de aquellas amplias capas de clases medias, aquellas que sustentan el sistema; un sistema que está en peligro siempre en tiempos de crisis por mor del miedo a perder el acomodo alcanzado, y que, tras esta coyuntura que vivimos hoy, el sistema tiene que renacer, por necesidad imperativa, con nuevas estructuras políticas ad hoc, no con respuestas contranaturales como el Brexit o con secesionimos al modo catalán…

El debate, pues, no es el independentismo sino el ‘dependentismo’ y su articulación política con transparencia y descentralización. Y la izquierda, que siempre fue internacionalista por convicción moral y, sobre todo, por eficacia política, ya debería saber que llevaba razón y que no puede haber igualdad de oportunidades en un solo país en el mundo y, con más razón, hoy. Por tanto, la izquierda que se dice nacionalista no sólo no es izquierda sino está fuera de la realidad; o no, y tan sólo es lo que es: pura mentira y puro engaño.
En ese engaño sobreviven algunos mientras seamos ciegos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios