Decía José Bergamín que "si yo fuera objeto, sería objetivo; como soy sujeto, soy subjetivo."
Desde mi subjetividad, como no puede ser de otra forma, nunca hablo de las sociedades -o de la gente- de forma generalizada, sino de sus dirigentes concretos; entre otras cosas, porque los colectivos no son homogéneos nunca, por mucho que se empeñen los crueles demagogos dictadores de todo tipo que nos rodean...
Y así, nunca hablo de los catalanes en general; hablo de los dirigentes catalanes cuando critico las decisiones que toman y que están llevando a la deriva a su gente; como tampoco hablo de Podemos, por ejemplo, sino de sus dirigentes, aquellos iluminados ya conocidos en otros tiempos y lugares y que se han aprovechado de una coyuntura difícil para llevar a sus votantes a los terrenos de la demagogia y la mentira, esos territorios que aquellos tanto dominan...
Siempre intento ser respetuoso con los que no son culpables de las locuras de los dirigentes que los llevan por destinos inciertos y terribles... Y es que las sociedades son más complejas que el determinismo del lenguaje sociológico, tan lleno de simplezas y maldades.
En suma, no debemos acusar a los catalanes en general, sino a los dirigentes de Cataluña que han llevado a su gente a unos límites emocionales que la mayoría de los catalanes -estoy convencido de ello- rechaza.
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