jueves, 29 de agosto de 2013

CUANDO DE NUEVO ANTE UN PRECIPICIO

Cuando llegué al mundo, al verlo, no me gustó. Más tarde, quise entenderlo; pero no lo conseguí; a lo sumo, con los años y la vida, sólo he alcanzado a interpretar parte de ese mundo, el que afecta a los hombres y sus relaciones, desde mis limitados instrumentos, mis deficientes conocimientos y mis barreras, esas protecciones que me ayudan a sobrevivir en las afueras; unas afueras que sigo rechazando como aquella primera vez, pero con una terrible conclusión: ya no quedan esperas, posibilidades, creencias, certidumbres, ilusiones, esperanzas...
Y entre aquellos instrumentos y aquellas barreras, aquellos refugios, siempre han destacado mis vivos y mis muertos, de los que me rodeé siempre en amparo; como los intelectuales que me han ayudado a interpretar el mundo, a intentar entenderlo, a seguir en él, a intentarlo de nuevo; y a no renunciar a la crítica, al decoro, a lo decente...

Y así, no concibo un intelectual, aquel hombre coherente y leal con la inteligencia recibida de la naturaleza, que no esté comprometido con el rechazo de este mundo tal cual estuvo, está y, al parecer, seguirá estado por mucho tiempo. Como no concibo el no ser sensible ante el espanto de la realidad que nos ahoga a diario...
Y desde ese compromiso y convicción, desde esa amargura de mundo, nunca entendí el optimismo infantil de tanto 'parlanchín', como tampoco entendí, por obsceno y cruel, a los que desde atalayas miserables y conseguidas sin decoro discursean desde el 'buenismo' sobre la felicidad del vivir sin siquiera mirar a las afueras que nos corroen y matan...

Y gracias a aquellos refugios sigo vivo... Uno de ellos, al que siempre recurro como en silencio -lo vi un día en Madrid en uno de esos hoteles por donde en otro tiempo pasé parte de mi vida-, es Ernesto Sábato, que nos dejó hace unos años, pero que también nos dejó sus textos, como el sobrecogedor y necesario 'ANTES DEL FIN' (Seix Barral. Barna 1999).

Y dice en uno de sus párrafos:

"Hace escasos años, dos potencias se disputaban el mundo. Fracasado el comunismo, se difundió la falacia de que la única alternativa es el neoliberalismo. En realidad, es una afirmación criminal, porque es como si en un mundo en que sólo hubiese lobos y corderos nos dijeran: 'Libertad para todos, y que los lobos se coman a los corderos'.
Se habla de los logros de este sistema cuyo único milagro ha sido el de concentrar en una quinta parte de la población mundial más del ochenta por ciento de la riqueza, mientras el resto, la mayor parte del planeta, muere de hambre en la más sórdida de las miserias. Habría que plantearse qué se entiende por neoliberalismo, porque en rigor, nada tiene que ver con la libertad.Al contrario, gracias al inmenso poder financiero, con los recursos de la propaganda y las tenazas económicas, los Estados poderosos se disputan el dominio del planeta (...)
(...) Para todo hombre es una vergüenza, un crimen, que existan doscientos cincuenta millones de niños explotados en el mundo".

Es verdad que nada nuevo nos dicen estas palabras: sólo describen la cruda realidad del mundo en que vivimos... Porque, al parecer, ya nada nos conmueve...

Es Jueves, 29 de Agosto de 2013, y el mundo está al borde del precipicio -de nuevo- por mor de la indecencia de sus hombres...

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