miércoles, 14 de agosto de 2013

COMO TE DECÍA... (I)


Como te decía...

Querida. Todos los días, camino de la oficina última, te recuerdo... Divisar territorios, espacios concretos, me produce, aún, una cierta emoción parecida a la ternura... Y digo parecida, porque se le parece tanto que no encuentro otra palabra: 
                     -Ya sabes de mis limitaciones expresivas...

Ha pasado tiempo; mucho más del que nos concedió la vida para intentarlo. Y no me queda ningún rencor, ni temor, ni dudas: el azar lo quiso así y así fue; y así estará bien... 
Aunque siento que fue hermoso mientras duró y que fue gozoso mientras nos llevó...

Luego vinieron los silencios; las dudas; los temores... 
Y vino el todo final sin apenas haberse iniciado nada: como un fracaso esplendoroso y sin sentido; sin espacio; sin tiempo...
Como un adiós sin un hola... 
Como un mar sin orilla y sin espumas...

Todo empezó sin saber por qué y todo terminó sin acabar de empezar; como una felicidad robada; como una tragedia inacabada... O como una vida segada toda en el inicio de su infancia... 
Claro que, lo grandioso, lo excelso, es que cada amanecer, camino de la oficina última, tu recuerdo inevitable me produce aún mucha melancolía, la de los fervores caídos; y sobre todo, una leve pero exquisita ternura; o algo parecido: el sentir que pudo haber sido la más bonita historia de nuestras vidas, y que se quedó, quizás, en la más tierna; pero también, en la más inexplicable historia por apenas detenida sin acabar de empezar...

Besos todos


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