martes, 16 de abril de 2013

14 DE ABRIL

República es Irán, o China, o Mexico... O Italia... Lo importante es qué Estado, no su forma. Prefiero la Monarquía de Suecia a la República de China. O la República de Francia a la Monarquía española. Decir república sin matices es no decir nada...

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No es la forma del Estado lo importante, sino qué Estado.
Hay repúblicas en el mundo más corruptas y más feudales que muchas monarquías; y la monarquía sueca fue modelo a imitar para muchos de nosotros...
Tampoco la república garantiza la ausencia de corrupción en la jefatura del estado. La garantíacsólo es a posteriori: un poder judicial democrático y justo que garantice que tidis somis iguales ante la ley...
Y eso quiso ser nuestra II República que hoy recordamos en un nuevo aniversario... Pero reitero: lo imoortanre es qué Estado, no su forma...




SOY REPUBLICANO (pero no en cualquier república)

Soy republicano; por convicción moral y por honestidad intelectual: el que la Jefatura de un Estado/Nación sea hereditaria a través del primogénito de una sola familia, no sólo es antidemocrático y “démodé”, sino que es un insulto a la inteligencia.

Dicho esto, definir a un estado/nación como republicano es no decir más que su forma de gobierno no es una monarquía, pues no garantiza el que sea un estado democrático, ni que impere el gobierno de la ley como expresión de la voluntad popular.
Repúblicas, en el mundo, hay muchas, pero no todas (al contrario) son modelos democráticos a seguir, como por ejemplo:
Afganistán, Chad, Egipto, Etiopía, Irán, China, Corea del Norte, Siria, Cuba, Irak, Líbano, Libia, Ruanda, Rusia, Somalia, etc...
Y, en cambio, son monarquías: Suecia, Japón, Inglaterra, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Noruega, etc...

Por tanto, el modelo de estado republicano o monárquico no garantiza que la nación sea un estado democrático, ni garantiza el desarrollo económico, social, cultural, etc... Y por supuesto, la historia nos dice que tampoco garantiza la ausencia de corrupción en las repúblicas, ni que sean menos costosas estas instituciones, en términos económicos, para el ciudadano.
En ambos casos, el jefe de estado no tiene funciones ejecutivas; en los regímenes republicanos el Jefe de Estado es elegido por el parlamento, y en las monarquías el Jefe del Estado es hereditario en el orden sucesorio de la familia real.

Por último, existen otros regímenes, las llamados republicanos presidencialistas, como, por ejemplo, EE.UU. y Francia, donde el presidente de la nación es elegido por sufragio universal y asume los poderes ejecutivos del primer ministro de los regímenes parlamentarios, presidencia que, en el caso francés tiene un mandato diferente al calendario parlamentario, lo que puede llevar a que exista (como alguna vez sucedió) la llamada cohabitación: un presidente de la república de un partido y el primer ministro del partido contendiente...
En suma, decir que se es republicano es casi no decir nada.
Y desde luego, en el caso de España, la sola idea de abrir ese melón, en la actual coyuntura, cuando ni siquiera los grandes partidos políticos son capaces de ponerse de acuerdo en las políticas necesarias para salir de este atolladero, cuando ni siquiera son capaces de consensuar una normativa sobre educación, por ejemplo, es toda una frivolidad.

Queda “mono” intelectualmente, pero una república, decir que se es republicano, insisto, no es garantía de progreso, de democracia, de Justicia igual para todos, de ausencia de corrupción (¡cuántas repúblicas corruptas en el mundo y con regímenes dictatoriales!), ni de menos costosa (según mis datos, la Presidencia de la República Federal Alemana es mucho más costosa en términos económicos que la Casa Real española) ni, por supuesto, garante de corruptelas dentro de la institución; aún están recientes los casos de Francia y Alemania para con sus jefaturas de estado...
Sólo una verdadera democracia parlamentaria, con contrapoderes claros e independientes y con una Justicia eficaz es garante de progreso, de libertad y de solidaridad. Lo demás, palabras, palabras y palabras...

Y lo digo una vez más: soy republicano. Y lo proclamo desde mi más honda convicción de ciudadano libre y con capacidad de pensar y elegir. Pero hay que matizar siempre qué república, cómo, dónde y cuándo...

Me temo que en esta España nuestra no se dan las condiciones necesarias para ese cómo y cuándo.

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