¡Al fin se va terminando el veraneo!. Pronto, muy pronto, desparecerán tatuajes enseñados con "camisetas a la sisa", pantalones que llaman "pirata" (por algo será), chanclas ordinarias enseñando pies sucios, gorduras mostradas y sudadas, norteños requemados y colorados en pieles blanquecinas por el sol, ruidos y bañadores ordinarios... Y volverá, si algo queda, cierta decencia y cierto pudor; pero mucho me temo que lo será por el frío: ¡habrá que taparse, no vayamos a coger la gripe A!...
Y es que todo siempre va a peor, al menos en educación y bonhomía. Claro que, la desaparición del veraneo traerá consigo el gallinero político y sus boutades, sus mentiras y sus indecencias: definitivamente, el deterioro social de la política en Occidente (de Oriente, ni hablamos) no tiene precedente histórico. Y mucho que lo lamentamos, pues la política siempre es necesaria para amortiguar las desigualdades que la sociedad y la economía producen en un mundo basado en el poder del dinero y no en el poder de la inteligencia.
Celebremos, al menos, el incio de una cierta decencia visual...
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