viernes, 10 de octubre de 2008

VUELVEN A LAS ANDADAS...

El mundo se ha precipitado en su locura. Si antes los liberales eran enemigos del estado, ahora reclaman de éste que venga en su socorro. Eso si, toda vez que han saqueado no sólo las arcas colectivas; también han saqueado la moral colectiva. Y en esa gran mentira que han ido creando nadie se fía ya de nadie; ni entre ellos, ni entre sus enemigos. Y así, aunque los bancos centrales mundiales bajen el tipo de interés, no hay interés alguno en fiarse del otro: nadie presta a nadie; y si lo hace, es pidiendo un alto precio; y si lo acepta, entonces llega a pensar que debe estar peor de lo que creía, con lo cual no le presta tampoco. Es como una partida de póquer en la que todos han mentido y nadie es capaz de llegar al final para ver las cartas.
Y entonces le piden a las arcas públicas que vengan a salvarlos; a ellos, que tanto despreciaron al estado cuando nadie protestaba y estaban creciendo las mentiras de aquellas partidas de póquer sin solución de continuidad... Y cuando llegan las ayudas para al menos no ir a peor en la paz social y colectiva, es decir, en la economía real, entonces sus voceros y sus llamados representantes políticos reclaman transparencia en esas ayudas; transparencia que brilló por su ausencia para permitirles el robo a mano armada de que ha sido objeto la economía mundial, liderada por los llamados liberales que abominaban del estado y por los socialdemócratas que venían acomplejados del fracaso del socialismo real en el este de Europa.

El mundo se ha precipitado en su locura... Y en su mentira...

Y claro, como no saben hacer otra cosa que robar y esquilmar el desarrollo colectivo y humanamente aceptable, proponen, como no, más flexibilidad laboral como remedio ante la crisis. Y ya sabemos lo que para ellos es flexibilidad laboral; bajar los salarios, abaratar el despido e incrementar el desempleo. Lo de siempre...
Pareciera que si bien a corto plazo pueden recomponer sus estructuras de costes empresariales, a medio y largo plazo una caída de los salarios lo que produce es una caída de la demanda y del consumo privado. Con lo cual, estamos en la famosa pescadilla que se muerde la cola. Es el círculo vicioso de siempre... El que sustenta su desvergüenza, sabedores de que toda crisis no es más que un receso para continuar más tarde por las mismas sendas de tiempos ya vividos y agotados...

Pero lo lamentable no es que vuelvan, una vez más, a las andadas. Lo impresentable es que el resto de ciudadanos asistiremos al nuevo combite con nuestras mejores galas.

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