lunes, 27 de octubre de 2008

CRONICAS GALLEGAS (DE OTOÑO)

25 DE OCTUBRE

Esta noche hay que retrasar los relojes una hora, en esa payasada que anualmente tenemos que soportar dos veces (en primavera, se adelanta una hora) por mor de algún político al que se le ocurrió la absurda idea del cambio horario: al parecer los engorros son mayores que los ahorros energéticos producidos, pero nadie le pone el cascabel al gato de la rectificación.
Afortunadamente, por estas tierras el sol se pone mucho más tarde que por el sureste; lo que me va a permitir no sentir en exceso el cambio horario, para gozo y disfrute de este peregrino de la soledad y de la extrañeza: hay días que uno no llega a entender en lo más mínimo a los seres humanos; como si lo vivido no fuese una experiencia vital, sino una mentira o un asomo; como si de nada sirviera el haber vivido... Las primeras preguntas siguen sin respuestas; los primeros temores, manifiestos una vez más: la complejidad de los seres humanos ante el mundo hacen inexplicable muchas de sus actuaciones. Pero lo peor de todo es que se tiene la sensación de que no se ha vivido lo suficiente, o de que no nos hemos enterado de nada... Es la soledad y sus conflictos; es la indefensión y sus matices...
Quizá sea una estrategia de los dioses, no vaya a ser que alguien cuente la verdad de la vida, y la gente decida no venir más al mundo; a este insoportable mundo de la codicia, de la avaricia, de la soledad y de la mentira...
Afortunadamente, por aquí el sol se pone más tarde; y es de agradecer este noble trato...

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