Rogelio Garret me nota algo abstraído, como ido... Y reclama mi atención...
-Señor, ¿usted es consciente de que a veces parece perderse en sí mismo, sin nada concreto entre manos, como ido, sin pensar ni hacer?...
-Vaya, ahora que lo dices, querido Rogelio, me suelo instalar en la nada para pensar... ¿Tanto se me nota?
-Creo, señor, que a usted le está afectando en exceso tanta soledad... Siento haberme ausentado durante tanto tiempo, pero necesitaba ir a Brasil para estar con mi sobrino... Y por cierto, señor: ¡vengo espantado de lo que he visto por todo lugar y tiempo: ¡se ha globalizado la vulgaridad!!!...
-Hombre, ¿ahora lo descubres?... Respecto a mi soledad te comentaré una cosa que ya sabes: nunca me he sentido solo en la vida; jamás, a pesar de vivir casi siempre solo en cuanto a espacio físico compartido... En cambio, últimamente empiezo a sentir otra soledad, gota a gota: amigos que se van, de la vida o de mi vida; familia que desaparece; gente toda que las distancias me la desapega o la muerte me la quita de manera inevitable... Sin olvidos, como presencias constantes de aquellas ausencias y que golpean mi soledad como nunca antes sentí...
-Señor, usted no está solo y lo sabe... ¡Ve como desvaría!!!...
-No me hagas mucho caso... Sólo son sentimientos extraños en lo tardío de casi todo ya...
-Señor, le ruego se asee y se arregle "comme il faut" y salga a tomar el aperitivo... Le sentará bien y regresará con mejor espíritu, que lo malo es lo primero que se pega...
-Pero bueno, Rogelio, ¿no me conoces ya?...
-¡Eso creía, señor!!!...
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