Un día calmo y agradable; es decir, nada excesivo sobresaltó mi calma... Una calma necesaria en esta idiocia que nos lleva y que no esperábamos se hiciera dueña del espacio público en más de medio mundo...
Calma, sí; ese estado de una cierta languidez y complacencia y que es en mí una aspiración diaria, derrotado ya de mitos y leyendas, y, sobre todo, escéptico de salvadores oportunamente cogiendo el tren sin destino salvo su ego...
Sí, es un hermoso día de insuperables recuerdos, y lecturas complacientes y agradecidas; cuando uno ya sólo aspira a estar en paz con uno mismo y la gente que importa de verdad, cuando la música es el necesario y obligado refugio, y cuando aparecen testimonios gráficos de que hubo un tiempo en el que no necesitaba gafas (como dice el fado: mis ojos no lloran ya por nadie, sólo lloran por mí) y aún tenía más de media vida por delante...
CUANDO los días... [Lo que me queda de mis días: diario de un escéptico]
lunes, 2 de septiembre de 2024
CALMA, QUIETUD, SOSIEGO...
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