La palmera, junto al ciprés, forma parte de mis árboles preferidos...
Aquella la vi desde muy temprano en aquel jardín afrancesado de la casa de los abuelos maternos donde toda la infancia...
Había dos, elevadísimas, que ordenaban el conjunto, rodeadas de caminitos de bojes donde, de dos en dos también, aguacates, perales, mandarinos, etc... Y arriates llenos de flores de todos los colores y texturas a través de los laterales del conjunto en forma de rectángulo y que nos parecía inmenso todo él como si una libertad eterna...
Aquella la vi desde muy temprano en aquel jardín afrancesado de la casa de los abuelos maternos donde toda la infancia...
Había dos, elevadísimas, que ordenaban el conjunto, rodeadas de caminitos de bojes donde, de dos en dos también, aguacates, perales, mandarinos, etc... Y arriates llenos de flores de todos los colores y texturas a través de los laterales del conjunto en forma de rectángulo y que nos parecía inmenso todo él como si una libertad eterna...
Luego vino el ciprés, aquel que nos anunciaba el otro jardín de los veranos de aquella infancia: el campo de Tolox se divisaba desde la primera loma que alcanzábamos y veíamoss, entonces, el paseo de cipreses que ennoblecía el acceso al rancho de la casa...
Las palmeras y los cipreses, desde entonces, forman parte inevitable de mis preferentes arboledas perdidas pero nunca olvidadas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios