sábado, 8 de noviembre de 2014

MENTIR

Siempre consideré que mentir era el más grave delito humano, más allá de las mentiras piadosas, esas del ojo que no ve corazón que no siente, y que, al fin y al cabo, eran de rango menor y en cierto modo solidarias por caritativas...

Tan grave consideré siempre el mentir que nunca he sabido hacerlo: se me notaría tanto que intento mentir que jamás he podido ni sabido hacerlo...
Y así, nunca he comprendido cómo hay profesionales de la mentira; no ya en los ámbitos de poder (político, económico, social, etc), esos ámbitos donde apenas los reparos y donde el fin justifica casi siempre los medios, sino en los ámbitos más cercanos, donde se nos supone lealtad y entrega...

Al cabo, llego siempre a la misma conclusión: el mentiroso no es ser humano saludable; el mentiroso está enfermo. Y de una enfermedad que no por corriente es de fácil tratamiento...
Sí, es difícil salir del círculo de la mentira; porque la mentira es siniestra, oscura, negra e insufriblemente atada a LO OTRO.


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