Todas las noches, antes de acostarme, me gusta asomarme al balcón del salón y mirar al cielo...
Hoy estaba la noche estrellada y sin nubes... Y son estas noches cuando uno siente en toda su plenitud que nada es en este infinito y nada será como todos lo serán alguna vez...
Y, más allá de aquella constatación de miseria viviente, uno se maravilla y concluye que sigue siendo el hombre el animal más inocente, pues, siendo el avanzado del conocimiento, está a años luz (y nunca mejor dicho) de llegar a saber la verdad de la vida, del mundo y del universo...
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