viernes, 6 de noviembre de 2020

ELECCIONES EE.UU. 2020

Yo nací en los primeros cincuenta del pasado siglo. España era una dictadura en manos del golpista Franco que acabó con la democracia en España y el mundo empezaba a reconstruirse tras una espantosa y cruel Segunda Guerra Mundial que acabó con un establecimiento mundial, conocido como ‘guerra fría’, que se mantuvo hasta los años 80 del pasado siglo, y un organismo que velaría por aquella paz llamado ONU.
No fui consciente de aquel mundo hasta que tuve uso y abuso de razón, pero hubo un hecho que me marcó para siempre y que despertó en mi la primera necesidad de saber de las cosas del poder y de la política. Me refiero al asesinato de Kennedy en Dallas. Recuerdo que en España se suspendieron las clases en el colegio y mi madre decidió llevarnos a Coín y dejar Málaga hasta que de nuevo se reanudaran las clases en el colegio de Málaga: yo tenía 11 años recién cumplidos y nunca he olvidado ese día. Y sí, creo que desde entonces empecé a interesarme por el mundo del poder desde mi ignorancia y mis deseos de saber…
Con los años, y de regreso de aquel viaje a Francia en 1971, ya sabía que tenía que tomar partido. Y así, tras el golpe militar de Pinochet que acabó con Allende, un Pinochet que ya supimos por entonces que EE.UU. estaba detrás de aquel golpe, y la posterior revolución de los claveles en Portugal, tomé partido hasta mancharme, como nos dijo el poeta que teníamos que hacer. Ya el rechazo a la sociedad norteamericana iba de suyo; ya no era tan latente, tan ideologizado, aquel rechazo, sino manifiesto: EE.UU. era el reino del capitalismo feroz, el enemigo de la democracia en el mundo y el responsable del subdesarrollo de los países más pobres de la tierra, y al que había que combatir… Pero tras los años de madurez acabé comprendiendo y admitiendo que era una de las democracias más sólidas del universo y que en última instancia era siempre el país que nos salvaba del espanto: basta recordar el conflicto de los balcanes con una Europa inane y que sólo se acabó con aquel genocidio cuando intervino EE.UU., como ya antes sucedió con la Segunda Guerra Mundial: hasta que no intervino EE.UU. no se acabó…
Luego, con la caída del muro y todas las incertidumbres del neoliberalismo rampante hasta la crisis financiera, el mundo se fue transformando y los poderes reales se fueron globalizando a pesar de una cierta dispersión de aquellos poderes en la desigualdad de las potencias y con una Europa lenta y dubitativa en su concreción política; ya no hay política de dos bloques sino de multibloques, eso sí no tan dispersos sino globales… Y se ha democratizado la información que se mueve sin filtros ni cortapisas mediáticas, y que fluye libremente, sea verdad o mentira lo que se difunde…
Y en aquella dispersión de poderes globalizados aparecieron las primaveras árabes y el fenómeno terrorista islámico que a principios del siglo XXI cambió el mundo tras el atentado de las torres gemelas de Nueva York. Y en el peor momento, cuando los liderazgos mundiales dejaban mucho que desear y la izquierda socialdemócrata coqueteaba con el neoliberalismo a través de aquellas terceras vías de Blair, y se acabó con la foto de las Azores y la Guerra ilegal e injusta de Irak.
De nuevo el antiamericanismo invadió a medio mundo y a una izquierda social que se vio defraudada y abandonada por sus líderes políticos y sociales…
El resto, de tan reciente, apenas señalar la crisis financiera que era inevitable dada la escasa o nula regulación de las finanzas globales en un mundo en descomposición y con unos índices insostenibles de morosidad con las famosas hipotecas basura que infectó a todo el sistema financiero mundial. Una crisis financiera (y económica y social, es decir, política, al no disponer de instrumentos políticos globales, más allá de la obsoleta ONU) que hizo renacer los inoperantes nacionalismos y los populismos, como suele suceder con todas las crisis económicas y sociales sin instrumentos políticos a la altura de aquellas circunstancias…
Y en esto llegó Trump, cuando en Europa ya amenazaba Le Pen en Francia y otros especímenes que recorrían la vieja Europa como un nuevo fantasma letal para sus democracias, mientras aquellos nacionalismos erosionaban a los estados con sus pretensiones separatistas que iban creciendo en países como España, Bélgica, Italia, etc, hasta el Brexit inesperado de Gran Bretaña respecto a Europa…
Sí, y en esto llegó Trump, inexplicablemente tras el primer Presidente negro en la historia de EE.UU.… Y ahí sigue, poniendo en cuestión los resultados que cada hora que pasa son más claros…
Creo que al final tendrá que irse, pero no lo hará sin dañar de nuevo la imagen de un país que el mundo admira como una democracia muy sólida (a pesar de que el que llega a Presidente suele formar parte de la élite económica del país: nunca ha habido un Presidente pobre en EE.UU.) pero que de vez en cuando aquel mismo mundo duda de su grandeza democrática cuando más se necesita que sea aquel país el que, como ya antes, nos siga salvando de muchas coyunturas difíciles a los europeos y al mundo mientras siga a la deriva.
Ojalá pronto Biden llegue a la Casa Blanca. Le espera una enorme doble tarea; la de la reunificación de un país dividido y la de liderar un mundo que está en transición hacia una gobernanza mundial que cada día es más necesaria y que hemos visto con crueldad en la pasada crisis financiera y en la actual pandemia sanitaria.
Ojalá


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