lunes, 9 de marzo de 2020

CARTAS A TI, que nunca te nombro (3)

Querida,
La rapidez con la que se van las horas, eso que llamamos tiempo, me contraría en demasía. Llevo algo más de un mes viviendo en Málaga, y aunque es verdad que la realidad siempre nos daña los deseos y las expectativas, aún estoy en ese estado de asombro del que tanto te reías de mí ante cualquier situación que me emocionaba... Una capacidad de asombro casi inocente que nunca quiero que desaparezca en mi vida, pues sería el primer y gran síntoma de que ya nos queda poca gasolina en el motor de las entrañas...
Y digo que me contraría aquella rapidez con que todo es pasado porque si algo somos es tiempo, y a esta cierta edad es de lo que menos ya poseo, incluida esta malísima salud de hierro que me lleva...
Podría hablarte de calles, puertas, rincones, personas, balcones, luces crepusculares, mares azules o verdosos, donde, sin apenas darme cuenta, me veo como entonces, como cuando aún no te presentía siquiera, como cuando la vida era la incertidumbre toda y como cuando el mundo era algo más extraño que un silencio ensordecedor en la cárcel de una libertad inexistente, aquella libertad que al fin ejercí amándote como te amé, a sabiendas de una certeza: la de que de tanto conocerme tuve por haber sido un afortunado en este insoportable y loco mundo que la vida me ha dejado vivir en usufructo formando parte inevitable de tu vida como tú de la mía...
Porque el mundo no nos pertenece, querida; sólo somos una parte muy ínfima de aquel, tanto que apenas le importamos... Sólo los mediocres piensan lo contrario, y así les va -y nos va- cuando toman un poder que creen les pertenece en su impresentable, inagotable y fullera vanidad...
Tuyo siempre,
P.D. Fotos: rincones de Málaga capital que mantiene vivo y lleno de asombro a todo el que los conoce o ve...







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