domingo, 1 de marzo de 2020

CARTAS A TI, que nunca te nombro (2)

Querida:
Hoy, ya, al fin, puedo decir que he concluido con éxito el traslado, salvo alguna pequeña cosa, como una mampara para el baño...
Y aunque personas que me importan y estimo en alto grado ya lo han visto y les ha gustado, cosa que me emociona, lo cierto es que no sabes cuánto daría para que vinieses a verlo y darme tu siempre exquisita opinión y elevada mirada...
Y así, poco a poco mi vida va adquiriendo la normalidad que necesitamos, ella y yo; porque yo soy la vida mientras ella así lo quiera... Y en aquella normalidad las mañanas primaverales que estamos viviendo en Málaga me animan y obligan a pasearla, olerla, recordarla, sentirla... Y no hay rincón, no hay esquina, no hay fachada -rehabilitada al fin- que me lleve a los años aquellos, cuando toda la inocencia suplía una incierta propensión a la melancolía de orfandad, y, sobre todo, de falta de comprensión de los demás hacia mi persona y sus temores...
¡Cuántas horas en silencio -hacia los adentros- sin respuestas porque no había preguntas, salvo sinsentidos inesperados y dolorosos!!! Pero había otras prioridades entre tanto niño y tanto silencio de tragedias y obligaciones irracionales...
También, el haber terminado de instalarme donde sabía que acabaría más temprano que tarde, me ilusiona en exceso... Un exceso que siempre temo rencoroso y traicionero, atento siempre al menor desfallecimiento o duda... Y entonces te recuerdo como eras cuando en días aciagos me consolabas con apenas una mirada o una llamada de teléfono...
Tomo whisky en una terraza cerca de casa; ya se hizo la noche y en unos minutos subiré al apartamento para ver otro Madrid-Barça: ya sabes que siempre me gustó el fútbol, esa gran metáfora de la vida en forma de juego...
Aunque, al fin y al cabo, ¿qué la vida sino un juego?...
Tuyo siempre,





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