domingo, 16 de junio de 2019

MÁS DIVAGACIONES EN UNA INVALIDEZ

Eran los primerísimos 70. Tras pasar la primavera del 71 en Francia, aquel otoño inicié la Universidad en Sevilla y, tras dos años alli, regresé a Málaga donde terminé mi licenciatura...
Y en aquellas tardes tórridas de Sevilla, en aquellos años, solía oír a menudo a uno de mis ídolos de entonces: Neil Diamond. Y esta canción se me quedó grabada para los restos...
Eran los años de aprendizaje, de lecturas, de debates, de buscar donde encontrar y de ir haciéndonos personas, con ideas sólidas, sin fullerías, sin prisas pero sin pausas, y, sobre todo, con la ilusión de que nos tocaba liderar un nuevo tiempo...
Más tarde vino la vida en serio y nos relativizó y llenó de escepticismo; a veces de decepciones; las más, de sinsabores... Pero al cabo comprendí que eso era la vida y que ya no había vuelta atrás...
Estos días de una incierta invalidez por mor de la dichosa rodilla izquierda, con este reposo obligado del proceso, un olor, un sonido, una foto, una llamada de teléfono, un algo prosaico incluso, me lleva a aquellos años, donde la vida me obligó a madurar sin protección porque pronto supe que al cabo era el único futuro: la soledad...
Me educaron para no cometer errores, para ser leal y respetuoso; demasiado en aquellos tiempos tan miserables en lo colectivo; y siempre lo he agradecido; pero a mi generación no la educaron para la felicidad porque quienes tenían que hacerlo venían de una espantosa derrota colectiva llena de miedos y terror...
Pero, al menos -y al fin-, cantamos libres...


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