jueves, 31 de agosto de 2017

LA GAVIOTA Y YO

Era un día de julio de este año, en Galicia... Lo encuentro en una de esas libretas que llevo siempre para tomar notas... O dibujar un boceto, o decirte que te extraño, a ti, que nunca te nombro (siempre intento ser discreto con tus normas)...
"Entro en una de las cafeterías Capri de Pontevedra. Y veo a una gaviota encima de un contenedor de basuras y me hago la siguiente reflexión:
Yo pude ser una gaviota en vez de un ser humano. La vida tiene muchas formas, tantas como especies animales -y vegetales- que somos y estamos en este mundo.
Es verdad que el hombre ha llegado a ser el rey de la Naturaleza, al menos que sepamos sus súbditos semejantes...
Sí, hemos llegado a la luna, hemos construido la Torre Eiffel o el Ponte Vasco de Gama de Lisboa; y la Capilla Sixtina, el Coliseum de Roma o los rascacielos de Nueva York, El Quijote o El Padrino de Coppola, y hemos pintado frescos y cuadros hermosos desde aquellas cuevas de Altamira...
Pero también hemos creado el odio al hombre, al otro, y no como ciclo alimentario, sino como ciclo de xenofobia y terror, y hemos creado armas para matar y destruirnos en el mundo y la vida...
Y coches que nos llevan deprisa hacia la muerte de todos en la agonía de un disparate colectivo que llamamos los economistas productividad y competitividad...
Sí, el hombre es el Rey del mundo de los seres vivos; pero la gaviota que está en el contenedor de Pontevedra, hoy, 18 de julio de 2017, viene del mar, o de la Ría, y ha sobrevolado esta hermosa tierra y se ha adentrado en mares lejanos, hermosos y eternos para nosotros los mortales...
No, esta gaviota no habrá construido rascacielos ni habrá pintado La Primavera de Botticelli o arlequines picassianos, no; pero no los necesita, porque disfruta del mundo sin tener que recrearlo; sólo viéndolo, y aceptándolo tal cual es, vive, y no se pregunta nada que no tenga respuestas para sobrevivir y sentir el mundo que habita...
Y, sobre todo, vuela y sobrevuela con libertad, la libertad que la vida y sus limitaciones le ofrecen y acepta. Un vuelo del que nosotros no podemos disfrutar salvo subidos en una máquina que no nos deja ver la hermosura del mundo sino su tragedia: la de las prisas para la nada que seremos...
Y acabé con un albariño pensando que ni la gaviota ni nosotros, los humanos, sabremos nunca nada del mundo en su verdad, porque ni aquella gaviota hambrienta ni nosotros sabremos nunca el por qué de la vida y de este mundo...
Eso sí, ambos seguimos asombrados de mundo..."
(Libreta Oxford, forrada de cuero)


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