domingo, 6 de agosto de 2017

FALSOS Y MORALISTAS

CUANDO los días...

Una de mis verdades ya la cantó -y la contó- Borges: "sólo una cosa no hay. Es el olvido".

Otra de mis verdades es que nada de lo humano nos es ajeno, y también lo contó Borges...

Una tercera verdad es que todos tenemos un precio que puja al alza o a la baja en función del momento que se nos exige pagar aquel precio.

Y en esto llegaron los moralistas, los que se escandalizan del comportamiento de los otros, los que siguen anclados en su doble moral; y así, ¡han descubierto que hay seres humanos que tienen precio! ¡Y lo denuncian! ¡Y vociferan, en modo patético, que eso es inmoral!, ¡como si ellos no estuviesen penando por su precio!!! Sí, aquel precio que le ofrecieron para escandalizarse por el comportamiento de los otros... Como si no fuese con ellos; como si lo humano les fuese ajeno...

Y para nota los que se apartan de la masa social a la pertenecen con el argumento de que aquella ya no sirve para los intereses colectivos; y abandonan el barco para subirse a otros que salen de nuevo a la mar, en barcazas pequeñas (se van aislando en su desfachatez oportunista) con la bandera de la verdad...

¡La verdad está aquí, gritan escandalizados por lo que vieron y consintieron cuando les convenía, no allí, donde todo es podredumbre!, gritan, vociferan...
Como si la mayoría no conociese que ya antes hubo coyunturas peores y con mayores errores y no sólo no rechistaron entonces sino que aplaudieron y se enrocaron en -y con- el error...

Olvidan así, ese olvido que no existe salvo para sus mediocres argumentarios, que sólo son seres patéticos víctimas de una frustración en manos de una desmedida ambición que tiene su precio: el del desdén y el rechazo...

De camino, y para mayor escándalo, aún no saben que en democracia es la mayoría social la que siempre tiene la razón. Ya se sabe, la ignorancia no sólo es una osadía; también una conveniencia: saber duele.


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