martes, 21 de julio de 2009

SÁNDOR MÁRAI

Este fin de semana compré un delicioso (y desgarrador a su vez) libro de memorias de Sándor Márai: "Diarios 1984-1989". Como sabéis, fue un escritor húngaro que se exilió a EE.UU. tras la llegada del régimen comunista. Su libro "Confesiones de un burgués" me sedujo, y estos diarios que me ocupan son los relativos a los últimos 5 años de su vida: la enfermedad y muerte de su esposa (Lola Matzner) lo llevan a esperar "el llamamiento a filas... Ha llegado la hora". Se quitó la vida, semanas después, de un disparo. Tenía 89 años, en San Diego, California, pocos meses antes de la caída del muro de Berlín...

Y escribe el 29 de noviembre de 1985:

"Al final de la vida llega un momento en que todo, todo lo que uno ha experimentado durante tantos años, todo lo que esperaba, todo en lo que confiaba, de repente queda sin perspectiva ni sentido. Tal es la fase que me toca vivir ahora. Estar cada día junto a esta mujer maravillosa, amada y noble, que conocía mi vida desde la otra orilla, desde el lado personal, y presenciar su declive lento y silencioso: no esperar nada, no oponerse al dolor, aceptar la impotencia, conducir a la mujer más querida hacia la salida de la vida, tambaleándome en esta oscuridad permanente. Y no sé cómo será, pero yo ya no le doy más vueltas, me limito a continuar día a día y noche a noche mi camino por los infiernos. Tal vez existan los milagros (digo tal vez porque en el universo todo lo que el hombre piensa y espera es posible), pero la cruel realidad en sí ya se manifiesta como un milagro, un milagro infame. Llega el tiempo en que uno ya no espera respuestas, no discute con el destino, lo abraza. Hay que aceptar el destino. No existe otro modo de soportar la crueldad de la vida."

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