una obstinación en la nada:
ya no nos consuelan las mañanas.
El aire de los vientos
envuelve placeres olvidados:
es la tarde que despide tibiezas;
por allí, donde hubo luz
y esperanza en otro tiempo.
Los mares verdean sus adentros,
y las olas balancean su constancia:
es la espuma del mar cuando orillea;
es el beso inmenso de la tierra que lo acoge.
Porque un cuerpo cansado es una derrota,
o quizá, una obstinación en la nada:
como el mar cuando alcanza su orilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios