domingo, 2 de noviembre de 2008

LAS ESTUPIDAS CONFIDENCIAS A LA URBANO

No ha lugar a estas palabras ni a estos pensamientos, toda vez que han trascendido. Se ha dicho ya de todo. Sí, la Reina puede opinar, como todo ciudadano libre; pero su opinión no debe trascender a la opinión publicada (la pública hace tiempo que tiene descontada a la monarquía como mal menor y sabe de sus fechorías, atrocidades y mentiras). Y sobre todo no puede trascender sobre asuntos con ley en vigor. Otra cosa es opinar sobre futuribles; pero opina negativamente sobre asuntos que están en vigor aprobados por las Cortes Generales, es decir, por el consenso mayoritario de todos los españoles allí representados.
No sólo es una fatalidad esta metedura de pata de la casa Real (¿o de mentira?); también es una indecencia.
Sólo le pedimos a la Casa Real (¿o de mentira?) que sea discreta, cosa que desde su constitución brilla por su ausencia: ya nos tienen más que acostumbrados a su enorme estupidez.

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