martes, 4 de noviembre de 2025

COMO UN OLOR...

Recuerdo siempre, como se recuerda un olor, aquellos domingos de entonces... Íbamos a visitar a mi padre: vivía solo... Y tosía, siempre tosía; y vestía de traje de sastre (excepto en verano, que lo hacía de guayabera caribeña) con cuellos almidonados y gemelos de oro en camisas de doble puño...
Y sudaba mucho; y seguía tosiendo...
Y bebía café negro, muy negro y muy corto; a deshoras, a esas horas más del aperitivo que de infusiones tan concentradas...
Y me cogía en brazos, me sentaba entre sus piernas y me magreaba el lóbulo de la oreja derecha; siempre era la derecha, quizá por la postura; quizá por la costumbre...
Y fumaba, y fumaba...
Yo me quedaba embobado mirando aquel piano que sólo él tocaba (de oídas, contaba mi madre). Un piano de pared, con unos hermosos candelabros a cada lado, "comme il faut"...
'Nuncanojamas' supe música ni aprendí a tocar instrumento alguno. Pero desde entonces, desde que mi padre me subía entre sus piernas y me magreaba hasta el sonrojo el lóbulo derecho de mis orejas, frente al decadente piano de pared que había en la casa de mi padre, sí, desde entonces amé y amo la música...






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