jueves, 24 de diciembre de 2020

NAVIDAD 2020

Repaso mi vida con una cierta serenidad y concluyo que siempre he sido un solitario rodeado de mucha gente… La soledad buscada me ha acompañado a lo largo de la vida como una lapa y ha permitido toda mi libertad; al menos, la de mi solitaria forma de vida, una forma de vivir que me obligaba a tener presente constantemente este principio: que mientras hubiera un sólo hombre en la tierra desposeído de la más mínima decencia humana para vivir su vida, nuncanojamás podría mirarme al espejo sin avergonzarme de este mundo al que vine hace ya muchos años. Y como le sucedió a Borges, siempre fui víctima de un cierto e inevitable remordimiento: el de la impotencia ante el espanto de la desigualdad del hombre en la tierra. Y así, este soneto de Borges me ha acompañado a lo largo de mis días:
EL REMORDIMIENTO
“He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.”
(J.L. BORGES)
Fueron pasando los años y me prometí mirar poco hacia atrás: la vida vino en serio demasiado pronto en derredor y había que sobrevivir con la entereza necesaria para seguir siendo un solitario a conciencia de mi soledad… Me ayudaron poetas que amo, como Eloy Sánchez Rosillo:
“...Cuando en la noche el tren en el que irás
de vuelta a tu país cruce los campos solitarios,
no mires hacia atrás, ni te lamentes
de que el tiempo acabara. Piensa con alegría
en los días gloriosos que has vivido.”
(Eloy SÁNCHEZ ROSILLO: fragmento de su poema UNA DESPEDIDA)
También vino y viene constantemente en mi socorro Joan Margarit: su libro ‘Joana’ me conmovió como nunca antes ningún otro; de aquel libro destaco este inmenso poema de pérdida y de pasión por la vida:
LA ESPERA
"Te están echando en falta tantas cosas.
Así llenan los días
instantes hechos de esperar tus manos,
de echar de menos tus pequeñas manos,
que cogieron las mías tantas veces.
Hemos de acostumbramos a tu ausencia.
Ya ha pasado un verano sin tus ojos
y el mar también habrá de acostumbrarse.
Tu calle, aún durante mucho tiempo,
esperará, delante de tu puerta,
con paciencia, tus pasos.
No se cansará nunca de esperar:
nadie sabe esperar como una calle.
Y a mí me colma esta voluntad
de que me toques y de que me mires,
de que me digas qué hago con mi vida,
mientras los días van, con lluvia o cielo azul,
organizando ya la soledad."
(Joan MARGARIT)
Tampoco podía faltar en mis días Francisco Brines, nuevo Premio Cervantes, como Margarit el año anterior, con su OTOÑO DE LAS ROSAS, aquel libro que un sobrino me regaló hace años (en mi vida de todo hace ya muchos años) a sabiendas de mi devoción por el poeta valenciano:
EL OTOÑO DE LAS ROSAS
“Vives ya en la estación del tiempo rezagado:
lo has llamado el otoño de las rosas.
Aspíralas y enciéndete. Y escucha,
cuando el cielo se apague, el silencio del mundo.”
(F. BRINES)
Y cómo no, mi sempiterno Fernando Pessoa lleva conmigo toda la madurez de mi vida. Ángel Crespo me lo trajo para quedarse ya conmigo y mi soledad; tanta es su presencia en mi solitaria vida que a veces me creo ser uno de sus heterónimos…
“Me siento tan aislado que puedo palpar la distancia entre mí y mi presencia…
Para mí, la vida es como una posada del camino, donde debo demorarme hasta que llegue la diligencia del abismo...
El hombre es un egoísmo mitigado por una indolencia."
(F. PESSOA)
Hoy, primeros segundos del 24 de diciembre ya, cuando me inundan
felicitaciones
de todo tipo, cuando mis días son más serenos pero siempre únicos y ausentes a futuro (el pasado nunca regresa), no sé por qué he escrito esto a vuela pluma, sin pensar demasiado, como de corrido…
Quizás sólo sea mi forma de agradecer vuestra compañía para con este mi solitario yo tan rodeado de gente y siempre con una infinita propensión marginal hacia la melancolía...
¡FELIZ NAVIDAD! para todos un año más; un año que pasará a la historia terrible de las maldiciones terrestres sobre las que el hombre tuvo que sobreponerse con más o menos coste emocional y, por tanto, humano...
Y que 2021 no sea una esperanza sino el renacer de una muchedumbre de libertad, solidaridad y bienestar...
Que así sea...


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