miércoles, 24 de agosto de 2016

LA LEALTAD, LA CREDIBILIDAD; LAS AUSENCIAS: ASÍ NOS VA…

Al igual que la lealtad es fundamental para mantener una amistad y consolidar el sentimiento del amor hacia el otro, la credibilidad es la condición necesaria para todo aquel que ejerce una determinada representación, sea social o política.

En las democracias representativas occidentales (las únicas que existen con ciertas garantías de serlas) la representación social se ejerce a través de los medios de comunicación, medios que son fundamentales para el sostenimiento de aquella democracia representativa, la única real y operativa en el mundo de hoy. Y claro, cuando aquellos medios de comunicación y aquellos representantes políticos adolecen de falta de credibilidad, para entonces, como la deslealtad para el amor, aparece el desdén, el reproche y el desapego…

El periodismo español no sólo está arruinado financiera y económicamente, sino, y sobre todo, moralmente, al haber perdido toda posible y necesaria credibilidad para la ciudadanía; una falta de credibilidad que, salvo excepciones de algunos profesionales, se extiende por toda España… Y ya se sabe: sin periodismo, sin medios de comunicación independientes y creíbles, no habrá nunca sociedad democrática; será otra cosa, pero no será una democracia representativa el régimen político que la lleve…

Y como quiera que la derecha política española sabe mucho de aquello del desdén hacia la democracia en todas sus formas, pues eso, en estos últimos cinco años, coincidiendo con el declive financiero de aquellos medios de comunicación, ha optado por afianzar aquel declive hasta hacer desaparecer toda posible credibilidad con el fin de ahondar en la regresión social, económica y política de España y convertirse de nuevo ellos en los salvadores de las Españas: siempre la repetición de la misma jugada… Al menos, y por ahora, sin golpes de estado visible, pues lo ha habido al optar por repetir las elecciones: repetir unas elecciones es no aceptar el resultado electoral; por tanto, es un golpe de estado; no militar, pero sí civil...

Y para ello han jugado al escondite y han encumbrado a unos desalmados impostores con tal de acabar con toda posibilidad de regeneración democrática; unos fulleros impostores que necesitaron como el agua en un sediento para sus silencios, ausencias y fullerías…
Y en esas estamos, esperando a la autoridad competente… 

Mientras tanto, la España real sigue de vacaciones -unas vacaciones que parecieran eternas en sentido figurado-, invadiendo los espacios públicos sin pudor alguno respecto a su aspecto y su nivel de exigencias para con asuntos menores (reclamando derechos hasta para ser groseros; eso sí, deberes ninguno), siendo aquel comportamiento la prueba del nueve de la decadencia de una sociedad que creímos al fin civilizada, decente y que basaba su esencia en el respeto y la libertad para con -y de- los otros, para contento, al fin, de los ausentes; y de los impostores, que se han visto así elevados a alturas inesperadas tras ser vociferados por la basura mediática que los encumbró…

Y se van agotando plazos, días, tiempos… Y las paciencias también se van agotando mientras el mundo sigue en su derrota… Y en España seguimos de vacaciones...

Sí, España sigue de vacaciones; una España que ha regresado en estos últimos cinco años a terrenos siniestros y difíciles de salir de ellos tras el desdén de nuestros dirigentes políticos; un desdén que no es gratuito y tendrá graves consecuencias para todos nosotros. Pero peor aún es el menosprecio de la ciudadanía para con los responsables de aquel desdén y a los que no les exige apenas nada salvo que les dejen maltratar a animales en sus fiestas, ir en bañador a El Corte Inglés a comprarle al niño el último modelo de tablet o de móvil que le ofrecen con descuento y financiado a 18 meses sin intereses, y salir con chanclas y camisetas de tirantes a cenar en el chiringuito con un ruido espantoso que hasta huele a aceite requemado de tanta fritanga de mal gusto y mala educación…


Y así nos va en este país de camareros…

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