martes, 15 de diciembre de 2009

DECLARACIÓN DE FE

Como hombre de fe que no cree en nada, hoy quiero hacer una DECLARACIÓN DE FE:

Desde muy temprano creo en la capacidad del hombre para cambiar el mundo; porque creo, también desde muy temprano, que el mundo hay que cambiarlo. Hay muchos hombres que no sólo no creen en las posibilidades del hombre para cambiar el mundo; porque, en el fondo, no creen que el mundo debe ser cambiado. Quizá, porque les va bien así; o quizá, porque son los privilegiados del mundo, los poderosos, o los santos inocentes...

También desde muy temprano supe que sólo la civilización, la cultura y el conocimiento hacen a los hombres capaces, libres y solidarios: pocos hombres honestamente cultos, hermosamente capaces, son seres oprimidos o personas insolidarias. Y también desde muy temprano conocí que la historia de la humanidad se había dotado de instituciones donde conjugar y canalizar los desajustes y las desigualdades que la vida en sociedad llevaba consigo desde los primeros tiempos en que apareció la propiedad privada y la familia tradicional (el matrimonio) como garante -a través de la herencia- de aquella propiedad privada.

Y así habían llegado las democracias burguesas que acabaron con los regímenes feudales e implantaron el capitalismo burgués; y así apareció el contrato social, el socialismo utópico y las utopías revolucionarias (el anarquismo, el socialismo y el comunismo), y con las gestiones socialdemócratas del sistema capitalista llegó la democracia social, o el Estado Democrático y Social de Derecho que conocemos hoy en el mundo occidental.

Y hoy, cuando la izquierda social se ha quedado huérfana de aquel ideario revolucionario y transformador, cuando además es presa de sus propias contradicciones, hoy más que nunca creo en LA POLÍTICA; sí, con mayúsculas, en la política como único instrumento de seguir avanzando en la inevitable transformación del mundo. Porque, y hoy más que nunca, también sigo creyendo que el mundo tiene que ser distinto, más humano, más solidario, más libre, más culto y más hermoso. Y no lo será mientras haya un solo hombre que sufra del hambre, de las enfermedades más primarias, de la miseria, de la violencia y de la falta de educación, de cultura y de conocimientos en la faz de la tierra.

Sostengo que siempre es hora de la política; pero hoy, cuando la izquierda socialista está huérfana de discurso, de utopías y de proyectos; cuando el mundo se ha empobrecido y arruinado; cuando el hombre ha perdido muchas parcelas de su felicidad colectiva y es víctima de desencantos y derrotas; hoy, más que nunca, CREO EN LA POLÍTICA.
Porque sólo la política con mayúsculas, con líderes creíbles, honestos, democráticos, cultos, refinados, transparentes, abanderados del humanismo, representantes leales a la tradición humanista del proyecto socialista, seremos capaces los seres humanos de profundizar en la democracia, único valor que tienen los pueblos cultos y libres para seguir avanzando en la lucha por la igualdad real de oportunidades de todos los seres humanos que habiten la tierra.
Busquemos y exijamos estos liderazgos; luchemos y exijamos listas abiertas para encontrarlos; busquemos y luchemos recónditas maneras de acabar con las partitocracias reaccionarias de los partidos políticos al modo tradicional del pasado siglo; y utilicemos las nuevas tecnologías para luchar contra los establecimientos de mediocres y corruptos representanetes políticos elegidos sin transparencia, sin capacidad y sin conocimiento de sus verdaderas intenciones.
La libertad, la solidaridad, el humanismo, la felicidad, están en nuestras manos...

Yo, un hombre de fe que no cree en nada, proclamo, hoy más que nunca, mi enorme creencia en LA POLÍTICA.

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