MARTES 21 DE ABRIL
La luz es más lenta y tardía por el norte, donde los amaneceres son más suaves y espaciados y los crepúsculos más prolongados en la tarde.
Es la más sencilla y prodigiosa esencia de estas tierras, tan atlánticas como aletargadas, y tan bellas como requemadas por la cruel historia de España.
Y cuando llega la noche, los cielos dejan entrever claros espacios de azules apagados y tristes como un lamento, y es también otra hermosa manera que tienen estas tierras de acabar sus días.
Mientras tanto, los que por aquí habitamos por temporadas, placenteramente seguimos oyendo crecer la vida...
Suenan cohetes: algo celebran los gallegos de Pontevedra, la ciudad del Lérez, el río que aquí muere, y el río que aquí inicia el mar de las Américas, a través del cual tantos gallegos emigraron. Unos huyendo del hambre, la más inhumana de las condiciones; otros del fanatismo, quizá también la más inhumana forma de no querer oír crecer la vida...
Como ya anunciábamos y presentíamos, la primavera ha venido para quedarse largo tiempo entre nosotros: quizá también ella goza oyendo crecer la vida...
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