domingo, 1 de julio de 2007

29 DE JUNIO DE 2007 (SAN PEDRO)

Nuncanojamas te olvidaré, amigo Pedro, y siempre te querré con todo el desamparo del mundo...
Felicidades, Pedro: que mis dioses te protejan en donde te encuentres; seguro que te estás fumando un montecristo del nº 2, el que tanto nos gustaba...
Ya van para cuatro años sin ti...
Este texto te lo escribí la madrugada del día 5 de septiembre de 2003, antes de tomar el vuelo hacia tu encuentro; para despedirnos definitivamente.
Porque vino la muerte y tenía tus ojos...


“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos-
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una palabra vana,
un grito acallado, un silencio...

...La muerte tiene una mirada para todos.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
Como ver que emerge de nuevo
Un rostro muerto en el espejo,
Como escuchar un labio cerrado.
Descenderemos al remolino, mudos.”

CESARE PAVESE


La carretera, la siniestra carretera me lo ha quitado, nos lo ha quitado. La Guardia Civil de tráfico de Alicante me comunicó su muerte.
“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”; y vino la muerte y tenía tus ojos. Huérfano, huidizo, en silencio, no pude sino gritar de rabia.
“La muerte tiene una mirada para todos”. Y nosotros, desamparados, rotos, descenderemos a la amargura. Pero no, no te preocupes: tú siempre serás para nosotros (tu familia de Sevilla) nuestro referente humano y colectivo. De ti aprendimos el respeto y el amparo de los subordinados y la lealtad hacia los jefes. Nadie como tú hizo gala de este principio: lo primero fue siempre tu gente, tu equipo, a los que siempre ponías tus medallas. Y aprendimos también de ti que lo importante es la persona, no su rango ni su posición.
Sabía que me querías mucho: no sólo me lo decías, se te notaba en demasía; quizá como a un hijo (el que no tuviste: nosotros no estábamos preparados para eso, tan complicado y difícil, de ser padres). Yo también te quiero, el amigo leal; descubrí en ti a la persona más buena (en el buen sentido de la palabra) que he tenido la suerte de conocer en los últimos años de mi vida. Y todas las semanas me llamabas, para saber de mi EPOC, para saber de mi estado...
No tengo capacidad para soportar tu ausencia: has sido el referente estético y moral de mis últimos años. Siempre te decía, que “cuando fuese mayor me gustaría ser y estar como tú, con tus sobras de descaro, con tu libertad intelectual y con tu libertad económica”.
Y desde que te alejaste no levanto cabeza; imagínate ahora, que te has ido para siempre, con tu madre, con quien tanto querías. Hoy, cuando la muerte tiene tus ojos, no sé cómo voy a llevarte, sabiendo que ya no estás al otro lado, allí, donde nos refugiábamos de tanta miseria humana y de tanta mediocridad. Y me hundo en la más profunda de las tinieblas:
“Es oscura la mañana que pasa
sin la luz de tus ojos” (C.Pavese)

Pedro, donde quieras que estés te echaré de menos y te lloraré en silencio. Descansa en paz.


Tuyo siempre.


Sevilla. Madrugada del día 5 de septiembre de 2003.

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