domingo, 18 de octubre de 2020

¡QUÉ MÁS DA!...

Hoy fue un nuevo reencuentro con amigos eternos, aquellos que desde hace más de 40 años nos profesamos afectos sólidos, arraigados y profundos, como raíces de árboles milenarios... Y de nuevo en Macharaviaya, uno de esos pueblos hermosos de la Axarquía y de los Montes de Málaga, la sempiterna Málaga más árabe y más alta sobre el mar que preside... Y de nuevo debates sobre la realidad que nos lleva y trasciende; o sobre las cosas del poder y los contrapoderes, y una memoria colectiva de lo que quisimos y perdura en la utopía de todo humanismo... Y más allá de toda diferencia en la visión de mundo y su hoy, una ejemplar solidaridad nos reclama y une en hondas convicciones elaboradas a través de todas nuestras vidas; unas vidas que al cabo limitan con sus últimos tramos con el escepticismo inevitable de transitar el tiempo que fuimos, que somos y que nos queda... Porque, al cabo, los afectos son tan profundos, tan sólidos, tan eternos, que nunca no jamás permitirán resquebrajarlos cualquier parecer o matiz sobre la vida y el mundo que nos acoge hacia la nada que seremos... Y sobre todo, porque ¿qué más da si es mi gente, si es la parte más importante de mi vida y de mi persona, si sin ellos, cada uno de nosotros, los de entonces y los de hoy, no seríamos los que fuimos ni los que somos?... Sí, fue un nuevo hermoso día por la Málaga más árabe, la más elevada, la que preside su mar y sus espumas... ¡Qué más dan los matices, las diferentes visiones sobre coyunturas determinadas!!! ¿Qué más da si lo importante perdura? ¡¡Qué más da!!!

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