martes, 3 de diciembre de 2019

FRANCISCO DE JAVIER

Francisco de Javier nació en 1506 en el Castillo de Javier (del toponímico "Xabier", del vascón "etxaberri", casa nueva) en el Reino de Navarra. Seis años después, en 1512 se produce la llamada conquista de Navarra donde las tropas castellano-aragonesas al mando del Fadrique Álvarez de Toledo, Duque de Alba, por orden de Fernando el Católico, rey de Aragón, ocupan gran parte de las plazas del Reino de Navarra (contando con el apoyo de los descendientes del noble beaumontés Luis de Beaumont, exilados en Castilla, y que se habían enfrentado a los agramonteses en un largo conflicto civil que había finalizado a comienzos del siglo XVI).
Tras la invasión parcial del Reino por las tropas castellano-aragonesas, se produjeron varias contraofensivas hasta 1530. En 1516, fallecido el padre en el exilio un año antes, los hermanos de Francisco de Javier participan en una infructuosa ofensiva con el Rey de Navarra, siendo la familia desposeída de sus propiedades y el castillo desmochado por orden del Gobernador, el Cardenal Cisneros.
Francisco de Jasso Azpilcueta Atondo y Aznáres de Javier, más conocido como Francisco de Javier o Francés de Jasso (7 de abril de 1506 –3 de diciembre de 1552) fue un religioso y misionero navarro de la Compañía de Jesús nacido en el Castillo de Javier, castillo que he visitado por dos veces, y fallecido en la isla de Sanchón (China). Fue canonizado por la Iglesia Católica con el nombre de San Francisco Javier.
Sí, Francisco de Javier fue un relevante misionero jesuita y estrecho colaborador de su fundador, Ignacio de Loyola. Y se destacó por sus misiones que se desarrollaron en el oriente asiático y en el Japón. Recibió el sobrenombre de Apóstol de las Indias.
Tal día como hoy del año 1552 fallecía en la China. Desde entonces, cada 3 de diciembre, los que nos llamamos Javier, celebramos nuestra onomástica. Yo ya anduve por Javier, hermoso pueblo navarro, donde las Javieradas, donde su Castillo...
Ya no se celebran las onomásticas, pero en ciertas familias, como la mía, siempre fue más importante que los cumpleaños, eso tan prosaico del tiempo frente a la espiritualidad de las vidas de santos, aquellas que tanto nos gustaban en la infancia, como el mío, que dejó bienes y estatus para ayudar a los más desprotegidos y cuando no había democracia, ni Estado redistribuidor, ni derechos humanos: sólo feudos, señores feudales y siervos de la gleba... .
Yo no soy beato ni creyente, pero me enorgullece llevar el nombre de un señor que dejó todo por ayudar a los más necesitados del mundo cuando no había otra forma de ayuda a los demás; una necesidad que no es las más de las veces ausencia de bienes materiales sino la desdicha de la presencia de la injusticia, o la soledad del mundo y la falta de compasión ante todas las derrotas... Y del mismo modo que sostengo que la limosna es reaccionaria, que la solidaridad progresista en el mundo de hoy es la política fiscal y la redistribución de las rentas vía ingresos y gastos públicos, la decisión de ayudar a los más necesitados en aquellos regímenes feudales, dejando tu bienestar, es la mayor visualización de un ejemplar humanismo y merece el reconocimiento siempre en aquel contexto y donde haya una injusticia que socorrer sin solución... Y Francisco de Javier fue un hombre honesto y valiente a falta de otros instrumentos; y lo fue de una manera que sobrecoge...
Felicidades a todos los Javieres de mi vida, sobre todo a los que celebramos la vida y el amparo de un hombre digno como fue Francisco de Javier...
Foto: Francisco de Xavier. Iglesia del Bom Jesus en Valença do Minho, Portugal.


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