jueves, 19 de diciembre de 2019

CARTAS DE AMOR

Temprano paso por la estafeta de Correos para un envío urgente (lo urgente siempre son los sentimientos y sus emociones).
Tomo churros y mi primer café tras cumplir con aquella necesidad de las urgencias sentimentales y me refugio de una esquiva y leve lluvia en la oficina de invierno, algo más alejada del mar de enfrente pero desde donde se puede divisar aún una parte de aquel mar de mi vida...
Un mar al que siempre nos traía padre tras recuperarnos todos de tantas ausencias... Y como si quisiera recuperar el tiempo perdido, se desvivía por hacernos ver que había pagado un enorme precio, y que le dolía tanto que ya era la hora de cobrarlo al recuperarnos...
Pero se fue tan pronto, con tan sólo 51 años, tan de repente, tan sin despedida, que la orfandad sólo la suplí cuando al cabo decidí vivir aquí, donde tantas veces nos traía y en aquella soledad era feliz con sus niños: mi padre amaba este mar y aquí intentó recuperar el tiempo que nos habíamos perdido..
Sí, temprano pasé por la estafeta de Correos para un envío necesario; y recordé que ya no se escriben cartas de amor; no, es verdad que ya no se escriben aquellas cursis cartas de amor; o ridículas, como decía Pessoa que tenía que ser toda carta de amor; pero cada vez que entro en una estafeta de Correos recuerdo que yo sí escribí muchas cartas de amor; casi a diario; y sí, muchas eran cursis; y todas, si hoy las volviera a leer, ridículas me parecerían... Porque de lo contrario no serían cartas de amor...
Sí, mi padre amaba este mar...

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