lunes, 18 de agosto de 2014

TARDES DE VERANO...

Siempre me gustaron las tardes; siempre deseé habitar en las tardes…
Las mañanas las encontré siempre muy vulgares por menesterosas; y las horas que dedicaba a dormir las consideré siempre inútiles por no vividas, por no sentirlas, no gozarlas… Sí, siempre me gustaron las tardes; y sobre todas, aquellas del verano cuando regresábamos del mar o de las piscinas… Y cuando nos aseábamos y salíamos a pasear…

Los cielos, ya para entonces, se habían teñido de colores y tonos imposibles por hermosos; y todo el conjunto se convertía en un prodigio insuperable en su belleza y bienestar…

Era cuando la noche llegaba en silencio, poco a poco; como aquellas mujeres de nuestras vidas que nos conmovieron y que se nos adentraron, lentamente, hasta agarrarse fuertemente a nuestros huesos…


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