jueves, 26 de noviembre de 2009

SALVADOR PANIKER, Y MIS TRES PATAS...

Salvador Pániker, hijo de padre indio y madre catalana, personifica una de las tres patas de mi devocionario intelectual, humanista y vital. Las otras dos patas, como sabéis, son Emilio Lledó y Vidal-Beneyto. Había una cuarta pata, que recientemente desapareció; sí, se nos fue Ayala, la dignidad del exilio y el referente de una generación ya irrepetible. Con estas tres patas que aún perviven para mi decoro y sustento, se puede mantener el equilibrio. Cuando sólo me queden dos, ya sin equilibrio (la fuerza de la gravedad nos supera siempre), será el declive de una quimera (yo tuve un sueño en un mundo mejor, habitable y humano), de unas referencias (para mi siempre será la generación con más empuje moral que hubo en España), de unos ejemplos (ojalá la intelectualidad española actual alcanzara algún día el estadio ético y estético alcanzado por ellos) y de unos supervivientes (siempre admiré y admiro la enorme fuerza vital, humana y sentimental de unos hombres que vivieron tanto horror y que, a pesar de todo y de todos, aún siguen luchando por el humanismo como única alternativa moral para el hombre de hoy).

Pero hoy hablo de Salvador Pániker, mi presidente de DMD; el filósofo, el ingeniero, el humanista... Delicioso "bon vivant", elegante y coqueta mezcla de indio mediterraneo, con esa tez pajiza y morena, entre gitana y latina... Hombre culto y de culto; brillante y luchador. Admirable ser humano que, además, es un enorme vitalista, capacitado para amar (monógamo, pero variable; gran encantador de mujeres, y mujeriego en el buen y único sentido de la palabra: le gustan las mujeres una enormidad, a las que permanentemente seducía), capacitado para el encantamiento, la palabra, la dicción, la tertulia, y capacitado para la lucha: admirable su lucha por las libertades públicas y los derechos básicos, como el de morir dignamente, al que ha dedicado lo mejor de sus años, de su tiempo y de su vida, para hacernos ver que la vida sólo es deseable vivirla en libertad, con dignidad y en paz con uno mismo. Nadie nos preguntó si quisimos venir al mundo; nadie debe, por tanto, ser negado a irse de él cuando lo desee. Y al menos, cuando ya no se tiene remedio; cuando ya no hay paraísos, ni siquiera los perdidos; cuando ya no hay esperanza alguna, al menos entonces, dejémos descansar sin dolor, sin padecer más, sin sufrir a aquellos que lo deseen.
Y hoy quería hablar de mi presidente, de Salvador Pániker, porque he vuelto a retomar su CUADERNO AMARILLO, ese delicioso libro donde relata sus intimidades, sus pasiones, sus conflictos, su vida, durante los años 1993-1994, y que recomiendo que lo leáis.

Mis tres patas me equilibran; ojalá me duren unos años más...
De lo contrario, no sólo será el declive; también será la desolación de un enorme páramo intelectual en el desierto cultural español...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios