Leo a Sophia de Mello. Me traslada a aquellos días de silencio y soledad. Siempre solo: niño solitario que sólo buscó protección en su familia. El mundo era hostil; sigue siendo hostil, extraño, ajeno, violento, cruel… Y siempre cerca, al lado, la soledad obligada a guarida; entre mi gente, a la que siempre recurrí -a veces sin pedir permiso y sin saber porqué…
Pronto el tiempo se impuso como medida: sólo somos tiempo. Y el tiempo se ha ido llevando lo que más quería… Con sus prisas, su impronta, su azar…
Llueve en la tarde última. Cesa la lluvia y celestes inocentes aparecen con un sol tímido. Nubes rotas muestran cielos altos y claros en este margen del Atlántico oriental cuando los días matan el tiempo, mis días, mi tiempo…
Pronto, el crepúsculo, ese trance mágico del día, marcará la muerte del tiempo de hoy; siempre la muerte, lo otro, el tiempo que ejerce de vida, la vida que se acaba a tiempo…
Un tiempo ya irrecuperable: mi tiempo, mis días, mi vida…
Y leo:
DÍA
Como un oasis blanco era mi día
Secretamente en él yo navegaba
Únicamente el viento me seguía.
Sophia DE MELLO
CUANDO los días... [Lo que me queda de mis días: diario de un escéptico]
domingo, 29 de mayo de 2022
LEYENDO A SOPHIA DE MELLO...
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