sábado, 22 de julio de 2017

EL MUNDO SE HA COMPLICADO Y MIRAMOS PARA OTRO LADO

La crisis económica, su origen, su desarrollo y sus consecuencias nos ha dejado un mundo en el que la realidad social se nos hace ingobernable desde las viejas estructuras políticas de los viejos estados nación vencedores de la segunda guerra mundial ya que no han sabido, aquellos estados, dar respuestas a los cambios que se iban produciendo en el mundo.

Si además de las desigualdades sociales que la crisis financiera mundial nos ha traído internamente a cada estado -o a cada sociedad- en el mundo unimos la crisis del Mediterráneo y la avalancha de refugiados huyendo del terror, unos refugiados que por falta de políticas adecuadas se radicalizan en los más jóvenes de aquellos, tenemos pues los elementos generadores de tamaña incertidumbre, terror y miedo como la que vive el mundo occidental hoy...

La crisis no ha sido sólo financiera o económica; también ha sido moral y, sobre todo, institucional. El mundo occidental, como líder de aquel mundo de ayer, se debate sin armas precisas ante los nuevos retos que tiene por delante; lo repito una vez más: se ha globalizado todo menos las instituciones democráticas que tendrían que haber regulado aquella globalización real...

Es verdad que siempre la política ha ido por detrás de la realidad; pero esta vez es tal el abismo entre la realidad y el deseo que, o aparecen pronto líderes mundiales que se pongan las pilas con urgencia en este sentido, o el mundo se verá abocado a su propio destino de ruina, páramo, odio y guerra...

Claro que las noticias que a diario nos llegan no son tranquilizadoras en este sentido... El nuevo modelo de yanqui no sólo es hortera y excesivo en todo menos en modales, sino, sobre todo, un peligro para la humanidad. Y si a ello unimos el Brexit y el oportunismo de los nuevos líderes mediocres que nos llevan, tendremos ya los elementos que nos harán más débiles, más melancólicos y más escépticos para las siguientes batallas...

Unas batallas que la gente de bien aún cree que serán como de ciencia ficción en un último intento de seguir en aquella ceguera colectiva como fue siempre la utopía de mirar para otro lado: alivia el instante, pero sólo aplaza el problema que crece y crece hasta estallar de modo virulento.




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