Me lo dijiste aquella primavera que nos volvimos a ver, cuando ya todo se había acabado y cuando ya sabíamos que nunca más volveríamos a vernos...
Ya antes, en otro encuentro, y ya sintiendo que todo se iba terminando, te dije que no había logrado olvidarte: por entonces supe que eso del olvido es sólo el consuelo de una impotencia...
-Nunca me podrás olvidar, porque me amaste bien, -me dijiste; como yo tampoco te podré olvidar, porque también te amé entera, -me dijiste después...
Y te pregunté que qué sería de nosotros, porque en todo ese tiempo transcurrido desde entonces yo no había podido volver a amar a nadie como te amé a ti...
Y me dijiste:
-Nunca volveremos a amar como nos hemos amado; porque cuando se ama una vez, así, se ama ya para siempre; y nada ni nadie podrá cambiar eso...
No te dije nada; pasó la tarde, y nos dijimos adiós en silencio...
Si acaso, creo recordar que un beso.
Y llegó, de pronto, una noche extraña...
Ya antes, en otro encuentro, y ya sintiendo que todo se iba terminando, te dije que no había logrado olvidarte: por entonces supe que eso del olvido es sólo el consuelo de una impotencia...
-Nunca me podrás olvidar, porque me amaste bien, -me dijiste; como yo tampoco te podré olvidar, porque también te amé entera, -me dijiste después...
Y te pregunté que qué sería de nosotros, porque en todo ese tiempo transcurrido desde entonces yo no había podido volver a amar a nadie como te amé a ti...
Y me dijiste:
-Nunca volveremos a amar como nos hemos amado; porque cuando se ama una vez, así, se ama ya para siempre; y nada ni nadie podrá cambiar eso...
No te dije nada; pasó la tarde, y nos dijimos adiós en silencio...
Si acaso, creo recordar que un beso.
Y llegó, de pronto, una noche extraña...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios