Hay días terribles; esos que llegan con tan tristes noticias que se te cierra todo, hasta el espanto; y ahí te quedas, conviviendo con él un largo tiempo, un infinito horror, hasta lo imposible de una derrota total...
Siempre somos conscientes de que nos puede pasar a nosotros mismos; pero cuando le pasa a alguien que forma parte de tu vida (la familia, los amigos) pareciera que nos duele más; porque nunca esperamos que a ellos les pueda suceder...
¡Cuánto dolor!!
No me duele la muerte; me duele su dolor, su sufrimiento... El propio y el ajeno; quizás el ajeno más: es más insoportable... Sólo te quedan ya palabras, tópicos reiterados una y mil veces; y ternuras olvidadas...
Siempre somos conscientes de que nos puede pasar a nosotros mismos; pero cuando le pasa a alguien que forma parte de tu vida (la familia, los amigos) pareciera que nos duele más; porque nunca esperamos que a ellos les pueda suceder...
¡Cuánto dolor!!
No me duele la muerte; me duele su dolor, su sufrimiento... El propio y el ajeno; quizás el ajeno más: es más insoportable... Sólo te quedan ya palabras, tópicos reiterados una y mil veces; y ternuras olvidadas...
Y cierta parálisis; y una quietud...
No, no le temo a la muerte; le temo a lo que se sufre hasta llegar a ella
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