Estamos asistiendo estos meses, años ya, a una crispación insoportable y peligrosa en el espacio público, no sólo español sino mundial, crispación que está llegando a la intimidad familiar incluso, donde ya no se puede hablar de lo público sin acabar en discusión y/o algo más…
Muchos son los análisis que se hacen sobre el motivo de esta crispación… Yo quisiera hoy aportar mi punto de vista que intentaré resumir lo más posible:
1. Lo he sostenido siempre: el mundo todo es un mundo corrupto, en el sentido más fullero de nuestro comportamiento privado, donde el valor del dinero y la riqueza privados mueven aquel mundo y donde todos nos movemos, siendo todos a su vez víctimas y verdugos…
2. El ámbito de lo público a lo largo de la historia ha ido intentando gobernar las piezas de este puzle dentro de sus limitaciones: nunca se ha llegado a gestionar desde lo público ni siquiera el 50% del PIB de los países occidentales, aquellos donde imperan los regímenes de democracia liberales; y todo ello con contrapoderes internos dentro del propio poder político, cuales las minorías políticas y sociales que frenan o dificultan las decisiones políticas a tomar por la mayoría política que gana las elecciones y siempre con mandatos temporales de caducidad de aquel poder…
3. Y así, mientras la riqueza privada con su desigual distribución, y mientras los derechos de propiedad privada sean amparados (a veces en exceso frente a otros derechos) por la ley, el mundo todo será un pozo de corrupción, maldad, confrontación, egoísmo y odio…
4. Se dice, y es una certeza constatada, que son las capas sociales progresistas las primeras desencantadas cuando aparecen casos de corrupción en los ámbitos públicos que gestionan los representantes elegidos por aquellas capas sociales progresistas. Y que, en cambio, las capas sociales conservadoras, no sólo perdonan a los políticos corruptos que eligen sino que lo consideran normal, puesto que ellos también lo harían si pudieran, a sabiendas del concepto que tienen de lo público: un medio para hacer negocios (aunque sean ilegales) con el apoyo político de sus elegidos…
5. Ojo, no digo que en las capas sociales progresistas todos sean unos pulcros y ejemplos de honestidad; de hecho la realidad y la historia demuestran que hay corruptos en todas las capas sociales; lo que es evidente es que para las capas conservadoras la corrupción política y social no la cuestionan y la asumen mientras que entre las capas sociales progresistas, aunque asuman la corrupción en los ámbitos privados (muchos de los que me leerán habrán vivido actos en notarías donde con dinero "B" se abonaba parte del coste de la vivienda estando el fedatario público ausente: sirva como un ejemplo de corruptela privada generalizada, amén de otras), aquellas capas sociales progresistas nunca aceptarán la corrupción en los ámbitos públicos porque, a pesar de saber que la sociedad está estructurada sobre la corrupción moral de la propiedad privada, el objetivo de las fuerzas políticas progresistas que han votado debe ser siempre cambiar la realidad, no aceptarla y mantenerla tal cual o, para colmo, cometiendo ilegalidades…
En suma, con todos estos elementos que he resumido en cinco puntos, ¿no sería deseable y exigible desde las fuerzas políticas progresistas (y ojalá también conservadoras) ir construyendo un “corpus” analítico donde se revisen conceptos fundamentales como la solidaridad (la única solidaridad real es la fiscal con un régimen progresivo frente a la limosna), una solidaridad donde la riqueza privada nunca pueda estar más protegida que los bienes y servicios públicos universales, esos bienes y servicios públicos que hoy tanto se están privatizando, y que sean los poderes públicos los que vayan acabando, repito, vía impositiva, con aquellas diferencias sociales, diferencias que se acrecientan en épocas de crisis como las vividas ya en en este nuevo milenio, y que forman el germen de los regresos populistas y nacionalistas que ya creímos derrotados, así como ir reformando las administraciones públicas con el fin de poner más difícil la corrupción política, más allá de políticas culturales y de educación que proyecten entre los ciudadanos más respeto, más nivel cultural, educativo, etc?...
Mientras tanto, nos quedarán más broncas, más mentiras, más crispaciones y más regresos por doquier… Y lo que es lamentable: todo este espectáculo de denigración moral, social y política, alentado y vociferado por los medios de comunicación, ya sean medios tradicionales (para mí, los peores) o las llamadas redes sociales, medios donde se ha perdido todo pudor y donde todo parece valer con tal de defender al mío...
Pareciera que nunca aprendemos del pasado y que sólo somos olvido y maldad instalados en un páramo desertizado sin solución de continuidad...
CUANDO los días... [Lo que me queda de mis días: diario de un escéptico]
domingo, 24 de marzo de 2024
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