martes, 13 de diciembre de 2022

UN LUGAR EN EL MUNDO, MI MUNDO...

CUANDO los días... (de nuevo será pronto, muy pronto)
Un año más, pronto, muy pronto, volveremos a Tolox; allí, donde los veranos en aquella casa, al lado de la plaza; aquella plaza que cada tarde regaba Rafael "El Bizco" y que nos mojaba... A los niños que salíamos precisamente a que nos mojara... Y luego él se escudaba en que era bizco y que no nos había visto... Una escena muy felliniana e imborrable en mi vida...
Allí, donde "Juan el Bote" nos recogía cada mañana en la puerta de la casa de Tolox para llevarnos al campo, aquel otro jardín más grande, inmenso para los niños asustados; aquel más libre que el de Coín...
El jardín de Coín fue nuestro más bello paraíso, sí; con palmeras y aguacates; y mandarinos; y arriates de flores para niños escondidos de aquel mundo de entonces, tan ajeno, cruel y lleno de miedos y mentiras... Pero el otro jardín, el de Tolox, aquel enorme jardín, donde unos delgados y elevados cipreses que divisábamos desde las colinas, que rodeaban el valle y nos señalaban las lindes, los contornos, los espacios..., aquellas tierras donde siempre quisimos vivir, crecer y olvidar..., aquel jardín siempre fue nuestro más deseado lugar...
Desde entonces, aquel campo, la Vegueta, aquel pueblo, Tolox, siempre nos acompaña de manera inevitable en nuestras vidas... Y no sólo fue inevitable para una, la mía, sino para más de cuatro generaciones... Claro que, allí también aprendimos muy pronto, quizás excesivamente pronto, que la vida venía en serio: desde muy temprano tuvimos que aprender a sufrir y a ser fuertes, como su arboleda de almendros y olivos recios y centenarios... Pero, al menos yo, nunca logré la fortaleza necesaria para la vida que me esperaba: he sido desdichado las más de las veces. Me salvó siempre mi sentido del humor, ese reírme de mí mismo en todo momento y lugar ajeno, extraño, doloso...
Sí, siempre que la vida me duele, siempre que me persiguen las sombras, cuando las crueldades del mundo, cuando los miedos y tristezas, siempre regresa mi memoria, mi patria, a aquel jardín; a aquel pueblo; a aquella casa que olía a flores, a campos verdes, a vida; donde techos pintados y vidrieras al modo modernista tras la puerta del zaguán, aquella que daba a la botica del abuelo, donde tarros de farmacia antiguos y un coqueto mostrador...
Y donde olíamos a pólvora de San Roque cada mes de agosto; y a tierra mojada cada tarde en la plaza; y a balneario de aguas amargosas y a eucalipto, y a higueras y a juncos, cerca del trigo de la era, donde cada junio "Juan el Bote" y sus hijos nos subían en la silla de trillar antes de, por las tardes, pastorear las ovejas hasta el río...
Desde entonces siempre me queda y quedará Tolox... Y por eso, cada año, como haré pronto, como volveremos a hacer pronto, regresaré, regresaremos a Tolox y a La Vegueta...
Uno es de donde al regresar huele, mira y se reconoce eterno...




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