domingo, 26 de junio de 2022

D.E.P. ANTONIO MÉRIDA GUERRERO

CUANDO terminó la Guerra Civil española mi padre pudo acabar la carrera. Y así, tras casarse con mi madre, abrió la Farmacia en la Calle Feria de Coín, en la casa paterna que heredó.

En Coín había un barbero, Miguel Mérida, del que mi padre era cliente, y le propuso ser el mancebo de la botica. Y así, cuando yo vine al mundo, Miguel Mérida ya estaba en mi casa…

Más allá del hombre más leal a mi padre y a mi gente, Miguel Mérida era, fue y siempre será uno más de nuestra familia. Y sus hijos fueron siempre nuestros amigos en aquellos años de fines de semana y vacaciones en Coín…

Miguel tuvo tres hijos; el pequeño, Antonio, como mi hermano Miguel, vino tardío y lo traté menos… Pero siempre supe de él a través de mi hermano, amigo de él, como nosotros fuimos amigos de los hijos mayores de Miguel Mérida…

Cuando mi hermano Rafael heredó la Farmacia de mi padre, Miguel Mérida siguió de auxiliar (las categorías laborales ya habían cambiado: de mancebo a auxiliar) hasta su jubilación… Murió hace ya unos años, pero su recuerdo es permanente en la memoria colectiva de mi familia. Era bajito, pero grande de corazón y lealtades. Mi padre, por el contrario, era muy alto, y cuando los veía juntos en la puerta de la botica siempre me recordaban a Don Quijote y Sancho Panza. Sí, parecían personajes resucitados de la literatura…

Miguel Mérida nos quiso mucho. Todos los días que estábamos en Coín, yo, que siempre amanecía temprano, desayunaba con él… Tenía sentido del humor y fue un hombre fundamental, como digo, en nuestras vidas…

Ayer supe de la muerte de su hijo más tardío, el menor; aquel que por edad nunca debía temer a la muerte. Pero una terrible enfermedad ha acabado con él tras años de lucha. No llegaba a los 59 años.
Hoy, en Coín, muchos paisanos, su familia, sus hermanos Miguel y Andrés, y nosotros, su otra familia como siempre nos consideró su padre, su madre, sus hermanos y él, lo hemos despedido recordando la figura de su padre…

Toda muerte es un fracaso de la vida; quizás porque desde muy temprano la vida sabe que la muerte es su sino más certero. Pero cuando se muere alguien tan joven aún, la rabia y el dolor son insufribles e inaceptables… Porque no hay razón ni necesidad de tanto sufrimiento para los que aún siguen en la vida. Ya nos lo dijo el poeta Martí i Pol:

“Ahora sabes que la muerte no es morirte,
sino que muera alguien amado”...

D.E.P., querido Antonio Mérida Guerrero.

Foto: Cementerio de Coin. Panteón familiar...



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