lunes, 18 de diciembre de 2023

PRONTO LA NAVIDAD: UN RECUERDO...

Siempre que llegaba esta última semana de colegio me ponía muy nervioso: la Navidad eran los buñuelos que hacía mi madre el día de la lotería (¡24 mil 835, 25 mil pesetas!)... Y eran los higos secos del campo que llegaban prensados en seretes artesanos de palma...

También era el olor a carnes rellenas, guisadas, prensadas, que comíamos casi a diario interminablemente... Y era la chimenea de la casa del pueblo, siempre encendida y siempre solicitada...

Pero, sobre todo, la Navidad era aquel inmenso belén que el carpintero nos montaba en el pasadizo, aquel espacio distribuidor que separaba el patio del jardín de la casa de los abuelos; cuando los años de distancias, de silencios y de derrotas; y de enfermedades espantosas, como aquella que se llevó a la flor más hermosa de aquel jardín y que casi tenía mi edad de por entonces...

Y eran aquellos enormes, voluminosos reyes magos; y los pastores; y los caminos y los puentes; y los campos de musgo que cogíamos del jardín; aquel que crecía debajo de los mandarinos, o debajo de los aguacates, o de las palmeras; o quizás de los arriates de flores que rodeaban aquel espléndido espacio donde no existía el mundo triste y siniestro de las afueras...

Y también era aquel río de plata y aquellas montañas de corchos que se guardaban año tras año hasta que supimos que la vida vendría en serio y nos llegó de golpe...

Sí, siempre que llegaba esta última semana de colegio ya estaba nervioso...

Han pasado los años, muchos años... Ya no me gusta la Navidad; quizás porque ya no somos ni estamos aquellos, los de entonces; y porque ya la vida nos ha enseñado a exigirle siempre una improbable verdad... En cualquier caso, siempre me quedará aquella Navidad dentro de las entrañas...

Y como sabéis, siempre os deseo toda la felicidad del mundo; y cómo no, también en Navidad, a su pesar...

¡Felices fiestas!



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