Toda la noche se oyeron graznidos de gaviotas... Foz, donde la noticia me sobrecogió ayer, amanecía luminosa y triste, pero esperanzada: ojalá la muerte de Rubalcaba sirva para regenerar las convicciones democráticas y civiles de una España harta de mediocres en busca de autor en el espacio público...
Como tenía previsto, alcancé en menos de tres horas la hermosa y coqueta ciudad de Pontevedra; quizás la ciudad más humanamente desarrollada y conservada, en su casco histórico, de toda Galicia... Y no lo digo yo sólo: ha sido ejemplo de peatonalización para muchas otras ciudades europeas...
Como siempre hago al llegar a la ciudad donde vivió Valle Inclán, visito el Café Moderno, donde Castelao tuvo tertulia; y como no, inevitables son los primeros paseos por la ciudad de piedra donde desemboca el río Lérez...
Al cabo, Ribeiros y Vermús gallegos me hacen más llevadero el luto; sí, los españoles de bien, los que sostienen sus principios elaborados con altos niveles de esfuerzos intelectuales, de lecturas y experiencias vitales, de convicciones hondas, los que poseen una idea del mundo sobre la que mejorar sus cosas y sus asuntos, están, estamos, de luto porque se ha perdido una de sus pruebas -quizás la más valiosa- de que no todos los políticos son iguales y de que los que creemos en la solidaridad como la forma más humana de vivir la vida seguimos con ilusiones RENOVADOS: nadie es imprescindible, sostengo siempre porque así es; pero hay personas que nos dejan una huella imborrable que casi los hace eternos por necesarios. Y esa será su memoria y aquel su legado: la fortaleza de las ideas frente a la mezquindad de los intereses...
Hasta siempre Alfredo Pérez Rubalcaba. Con todo mi agradecimiento y admiración personal...
Y nunca el olvido.
Como tenía previsto, alcancé en menos de tres horas la hermosa y coqueta ciudad de Pontevedra; quizás la ciudad más humanamente desarrollada y conservada, en su casco histórico, de toda Galicia... Y no lo digo yo sólo: ha sido ejemplo de peatonalización para muchas otras ciudades europeas...
Como siempre hago al llegar a la ciudad donde vivió Valle Inclán, visito el Café Moderno, donde Castelao tuvo tertulia; y como no, inevitables son los primeros paseos por la ciudad de piedra donde desemboca el río Lérez...
Al cabo, Ribeiros y Vermús gallegos me hacen más llevadero el luto; sí, los españoles de bien, los que sostienen sus principios elaborados con altos niveles de esfuerzos intelectuales, de lecturas y experiencias vitales, de convicciones hondas, los que poseen una idea del mundo sobre la que mejorar sus cosas y sus asuntos, están, estamos, de luto porque se ha perdido una de sus pruebas -quizás la más valiosa- de que no todos los políticos son iguales y de que los que creemos en la solidaridad como la forma más humana de vivir la vida seguimos con ilusiones RENOVADOS: nadie es imprescindible, sostengo siempre porque así es; pero hay personas que nos dejan una huella imborrable que casi los hace eternos por necesarios. Y esa será su memoria y aquel su legado: la fortaleza de las ideas frente a la mezquindad de los intereses...
Hasta siempre Alfredo Pérez Rubalcaba. Con todo mi agradecimiento y admiración personal...
Y nunca el olvido.