lunes, 15 de enero de 2018

CONFESIONES DE UN EREMITA, HETERODOXO Y ATEO (II)

15 DE ENERO DE 2018
He vuelto a recibir noticias de Samuel, el eremita… Se confiesa feliz por haberme conocido y espera que sea recíproco… Y leo:
“Recibí una educación familiar humanista y laica por parte de mi padre (aunque íbamos los domingos a misa, a la Iglesia de El Salvador, para no señalarnos en aquella Sevilla puritana y franquista de la posguerra), y solidaria y mística por parte de mi madre, que, no siendo devota sí era creyente…
Aquella educación familiar me hizo perdedor para la vida, en el sentido de incapaz de aceptar la desigualdad, la injusticia, la barbarie y la maldad, precisamente lo que más abundaba en aquel mundo de ayer… Siempre he pensado que mi generación ha sido muy desdichada; no sólo vino al mundo en plena posguerra, sino que cuando al fin conseguimos la libertad, y aun con la ilusión de construir un futuro mejor para todos, fue terminar los estudios y nos vimos dentro de una crisis energética que afectó de modo cruel a todas las economías occidentales; más tarde, y tras entrar en la CEE, apareció el desencanto y el desapego ante tantos casos de corrupción política y de traiciones programáticas. Al cabo, tras años inciertos y el resurgir del terror fanático del islamismo radical, nos alcanzó la crisis financiera más profunda hasta la fecha conocida y que coincidió con la burbuja inmobiliaria, burbuja que, especialmente yo, como arquitecto en activo, ya había previsto que tarde o temprano estallaría, como así fue; pero lo hizo en el peor momento…
Ya antes, por problemas de mis hermanos menores a los que tuve que socorrer, había dilapidado casi todo mi patrimonio. Y fue estallar la burbuja y caer en un terrible abismo y una fuerte depresión.
Para colmo, ya había roto la relación de pareja que durante más de treinta años mantuve con la mujer que más he querido en el mundo; y, tras jubilarme, vendí la casa de Madrid y me vine a vivir aquí, a la Costa del Sol.
Sí, vivo cerca de tu urbanización; he podido rehabilitar una construcción abandonada y ahí he decidido que pasaré los restos de mis días…
Apenas salgo: no me atrae ya nada del mundo, salvo ver el mar; ese mar que tú llamas de enfrente y que, del mismo modo, yo también tengo enfrente… Mi aspecto es desaliñado: ya no me interesa siquiera arreglarme; pero limpio…
Hoy parece que vamos a tener un hermoso día de sol después de estas pasados días de nubes y aguas; pero sigue haciendo frío para este lugar del mundo…
Y eso es todo por hoy… Ojalá pases un buen día…
Recibe un abrazo de tu amigo Samuel.
P.S. Ah!, otro día te hablaré de mis años de Madrid, donde convivimos con un mayordomo al que siempre consideré mi amigo antes que personal a mi servicio… Un personaje que te gustará saber de él.
Te dejo esta foto que guardo: así eran nuestras aulas de entonces, en aquellos colegios de curas, como el tuyo que me contaste...”


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios